Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

sábado, 10 de marzo de 2012

Take the fall.

El vaso calló al suelo y en un instante estaba roto en mil pequeños pedacitos. La bebida comezzaba a extenderse por las baldosas y ya humedecía sus pies. Miró el destrozo con una mueca de asco y se levantó, apoyándose en la mesa para no caerse, para encontrar algo con lo que limpiar aquello. 
Con el primer paso, cientos de microcristales se introdujeron lenta y dolorosamente en la planta de su pie que, humedecido por el alcohol, comenzó a arderle de un modo exagerado. Emitiendo un profundo grito cayó al suelo aturdido, clavándose los cristales que quedaban en el costado y en las manos. Ya no podía gritar, la cabeza le daba vueltas. Un terrible ardor subía de su estómago a su garganta, lo conocía bien; primero el ardor, luego las náuseas y después el vómito. Y luego un terrible dolor en todo el cuerpo.
¿Cuántas veces se había prometido dejarlo? Sonrió para si mismo, el ardor se intesificaba y notaba el pulso con claridad.
Se puso boca abajo, indiferente a la sangre que emanaban las heridas mezclada con el alcohol. Respiraba con dificultada a causa del dolor y el mareo. Y en su cabeza resonaba con fuerza un pensamiento "¿Y mi botella? ¿Dónde está mi puta botella?" Miraba hacia todas partes queriendo encontrarla, buscando más, sediento de un poco más de alcohol, de acabar un poco más hundido en una sola noche.
De fondo sonaba el Segundo movimiento de La Ley Innata, Extremoduro. 
"No puedo comprender, me da pereza" una lágrima recorrió su mejilla. Las ganas de gritar se hacían con él, se apoderaban de sus pulmones y sus gargantas. Pero las náuseas eran mucho más fuertes y él se sentía increiblemente torpe. Quería levantarse para ir al baño a vomitar, pero no tenía fuerzas. No podía dar un solo paso, no se veía capaz de ejecutar ni un pequeño movimiento. Y los cristales se hundían más y más en su piel.
Quiso vomitar, pero no podía ni si quiera eso. Dejó caer la cabeza contra el suelo y se quedó allí tirado.

"No necesito alas para volar, prefiero LSD."
Eso fue lo primero que escuchó nada más recuperó el conocimiento. Un dolor terrrible saudió todo su cuerpo, tenía que levantarse y limpiarse las heridas. Arrastrándose hasta la mesa, se agarró al borde y se dio un pequeño impulso. Una mueca de dolor y un grito ahogado fue su única reacción reacción.
Apoyándose en las paredes, se desplazó hasta el baño y allí se dejó caer en frente de la taza del vater. Las náuseas volvían, pero esta vez llegaron a más. No aguantaba, era demasiado. Lo echó todo y se quedó ahí, apoyado con la cabeza agachada, sin fuerzas para nada.
Se sentía intoxicado por cada una de las gotas que había bebido y aquellas que se habían introducido en sus heridas.
"¿Qué estoy haciendo con mi vida?" Se miraba al espejo, horrorizado por su propio reflejo. Los ojos rojos e hinchados, varios cortes en la mejilla, increiblemente pálido y cansado. 
Consumido por los vicios, por los malos pensamientos. Consumido en una casa que le estaba quemando las fuerzas, las energías y las ganas de seguir viviendo.
"No sé que me pasa, pero esto no va a continuar así." Lanzándose una mirada decidida a si mismo, se desnudó y entró en la bañera para limpiarse la sangre.
-Hoy es el final de todo esto, tenemos que salir. Tenemos que poder...

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