"¡Cómo me gustaría que estos segundos en los que puedo mirarte de cerca fueran para siempre...!"
No puedo olvidarte, ni aun que quisiera saldrías de mi cabeza. Cada noche juego a dibujarte y desdibujarte en mi mente para poder soñar contigo. Reconstruyo paso a paso todas tus formas, aquellas que tan minuciosamente pude memorizar; tu espalda, tus labios, tus hombros, tu cuello, tus ojos, tus orejas, la forma de tu sonrisa...
Me dejo inundar por tu imagen y un escalofrío recorre todo mi cuerpo, de palmo a palmo al recordar tu contacto. Durante unos instantes la distancia desaparece, se desvanece. Vuelvo a notar en mis dedos tu piel, repaso mentalmente las caricias que quiero darte y luego escucho tu voz con suavidad, susurrando en mi oido. Como si estuvieras aquí, como si estuvieras conmigo. Cada palabra que has dicho y aquellas que te he imaginado diciendo resuenan en mi cabeza arrancándome suspiros que son totalmente tuyos.
Y luego todo desparece, mi cama y mi mente se quedan totalmente vacías y solo estoy yo con mis recuerdos, sintiéndome muy pequeña.
¿Sabes? a veces me reprocho a mi misma el querer que seas tú lo último que ronde mi cabeza antes de quedarme dormida, pero no me importa, da igual, los que me invade tu calor me siento bien, estoy tanquila.
Puedo jugar a olvidarte y salir perdiendo una y otra vez. Ya ni me molesto en intentarlo, ¿Para qué? Si cruzas mi cabeza a tus anchas y ya ni puedo ni quiero echarte. Me gusta que estés ahí metido.
Eres importante a tu manera, a pesar de que yo no quiera admitirlo, a pesar de todas las molestias que me tomo por negarlo hasta hacerte enfadar. Y tal vez nunca sea capáz de decirlo en voz alta, de mirarte a los ojos y simplemente dejar que las palabras fluyan.
Pero no te enfades conmigo. Porque hay cosas que es mejor demostrar que explicar y puedo demostrarte que te quiero las veces que sea necesario sin necesidad de decirlo nunca.
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