Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

martes, 29 de mayo de 2012

Todos los raros fuimos al concierto.

Y es entonces cuando te descubres a ti misma en la primera fila del concierto de tu grupo favorito. A escasos centimetros de los integrantes y con un enorme altavoz al aldo que vibra tanto como tú. Escuchas con claridad cada nota de la voz del cantante y cada acorde que salta chispeante hacia ti. Estás embelesada. La tenue luz de colores cambiantes ilumina los rostros hipnotizados de miles de raros como tú, que se juntan entonando como un inmenso coro las canciones que tan bien conocen. Miras al cantante, que acompaña la letra de la canción con gestos que solo vosotros comprendéis.
Una canción tras otra va sonando. Pero entonces es cuando llega...
Como una progresión concertada, comienza la canción que más amas. Esa canción con la que tantas veces has llorado, con la que has soñado en buenos y malos momentos.
Un temblor sacude tu cuerpo, tu voz se quiebra. Notas como una lágrima acaricia tu mejilla al tiempo que un escalofrío recorre todo tu cuerpo. Miras al cantante, dándolo todo, y piensas que está cantando para ti. El resto de personas han desaparecido de la sala, no están, solo quedas tú y el grupo. En ese instánte mágico en el que cierras los ojos porque sabes que faltan pocos segundos para que suene tu parte favorita. Tu cabeza rebosa amor y tus pulmones se llenan de aire para cantar a voz en grito acompañando al grupo, acompañando al resto de la gente, acompasando tus pensamientos con las notas que suenan y que acordan perfectamente con los acelerados latidos de tu desbocado corazón.
¡Comienzas a dejarte la voz en ello! Nadie te oye. Ni si quiera tú puedes oirte. Pero no te importa, les escuhas a ellos cantando esa canción que te hace enloquecer de plena felicidad ¿qué más puedes pedir?
Y justo cuando no creías que podía ser mejor suena el tema que te recuerda a la persona con la que deberías estar disfrutando del concierto. Él no está, pero para ti si. Es como si estuviera a tu lado dándote la mano, cantando su canción contigo. Ellos dicen una cosa, tú escuchas "Pinzel Boy" y te ríes para ti misma sabiendo que algún día cantaréis juntos en directo esa canción. La gritas por él, no cantas ¡chillas!
Brilla en ti la ausencia de ese alguien que disfrutaría como un enano de ese tema, de esas notas, de esos brincos. De todas las canciones que te ha enseñado. Eres jodidamente feliz.
La siguiente canción, la última, es "vuestra" canción. La persona a la que interiormente se la dedicas no conoce esa canción. Pero tú sabes que cada palabra va dirigida hacia él y te gustaría que estuviera ahí contigo para abrazarte por detrás y enterrar la cabeza en tu cuello. Quizás el grupo no le guste y no entienda por qué te acuerdas de él, pero tú si lo sabes. Y estás totalmente eufórica. Te prometes a ti misma que cuando le veas le besarás como si llevaras toda una vida esperando por ese beso y cantas en voz baja las palabras que más te recuerdan a su contacto.
Las luces se desvancen. La música se para. La gente aplaude enloquecida; el concierto a terminado y tienes que volver a casa, temblorosa y sonriente. Recordando todas las canciones, sensaciones, luces y palabras que has recibido. Infinitamente agradecida. Y feliz de haber podido estar allí.
No hay mañana.

"Atrévete a acompañarme, vamos a andar por los cables."

jueves, 24 de mayo de 2012

Noches sin pensar nada.

Como pesa todo cuando no hay palabras que expliquen tus "quizás" ni tus "porqués". Llámalo falta de sueño, llámalo ganas de estar con alguien que te falta. No lo sé, puedes darle todos y cada uno de los nombres que quieras. Eso no hará que lo entiendas mejor ni que las cosas cambien a bien. Eso solo hará que el mal estar, que aquello que te aflige tenga un nombre; el que tú, desesperado de todo y todos, has decidido darle. 
Una canción suena, el rasgueo contínuo de una guitarra en tu cabeza llena de mierda y vacía de todos. 
Podrías pasarte el resto de las horas de la noche soñando con la playa, con un beso, con un abrazo, con una sonrisa o una palabra cualquiera que te haga verlo todo al revés; todo en su sitio. Cada segundo pesa y se clava en tu cabeza, que molestia más estúpida. 
Os quiero mucho a todos, os dedico palabras que ya no entendéis. Quizá sea verdad que estoy del todo majara y que las cosas no van a cambiar mientras yo no acepte que lo que tengo es que despedirme de mi deliciosa locura. Cuando las noches dejen de ser en vela y los días comiencen a brillar por mi ausencia. Entonces si, tal vez entonces todo vaya bien.  
Pero me temo que no podré complaceros, que estoy demasiado bien en mi demencia, que es tan infinitamente mía a pesar de todo. Porque mañana me despertaré como siempre y brillando con luz propia podré afirmar con toda seguridad que el calor de la locura me llega hasta el fondo. Me satisface más una risa que empatiza con mis palabras de demente que miles de libros de gente "leída y escribida". Acabaré como siempre derivando en un "yo" que se asemeje a mis espectativas en lugar de atender a las vuestras. 

En lugar de comerme el tarro por lo que esperáis de mi, por lo que deseáis que sea. Lo siento mucho si soy como soy y si os pica y no os rascáis. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Desconocidos.

Yo no soy un unicornio retrasado, ni me llamo Ralph, ni mi gato se llama Guantes.
Mis proyectos de futuro no son tatuarme un moustache en el dedo, ni un símbolo del infinito, ni ser pelirroja, ni tener un cuerpo 10.
Mis gafas son de pasta y ¡Oh, Sorpresa! llevan cristales para ver y mis gorros no forman parte de vuestra estúpida moda, mis gorros tienen una historia y aunque vosotros dejéis de llevarlos, seguirán conmigo.
No estoy esperando una carta de Hogwarts, no hago triángulos con las manos, no pongo caras en las fotos para ser una "Chica Tumblr".
Mi nombre es Guiomar y no soy como tú.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Acaricias.

"No sabían nada de ti, pero no parecía importar.
Eres como esos poemas que nadie quiere escuchar.
Y yo, me senté en tu ventana, dispuesta a mirarte y callar.
Llegados a este punto, seguramente ya sabrás,
que se deshacen mis segundos cuando tú no estás.
No sabes el miedo que me da que algún día ya no te apetezca besarme más,
dejarte marchar, perderte así, sin más.
Que un día decidirás volar y no querrás que sea conmigo.
Desconoces el temblor que me recorre al pensar 
que no me volverás a susurrar más tus "te quiero" al oído."


"Joder, estoy de los nervios. Me tiemblan hasta las pestañas" y no importa el tiempo que pase. Siempre que faltan pocos minutos para verle piensa lo mismo. Sin saber que cara poner, que palabras decir y con el pecho a punto de reventar, se acerca a él siempre muy despacio. Y entonces un beso, solo un beso es suficiente para hacer que todas esas ideas vuelen de su mente. Una pequeña sacudida y su interior vuelve a estar en calma.
¿Pero y él? 
Le mira de reojo, tratando de saber qué es lo que piensa, qué es lo que siente cuando ella está cerca. Y nunca dice nada, provocando uno de esos silencios cargados de dudas que solo ella puede percibir.
Entreabre la boca con la intención de hablar. La cierra, habiendo dejado escapar poco más que un balbuceo imperceptible y se muerde el labio. 
"Cómo me gustaría ser más valiente, joder..." su pulso se acelera de nuevo con este pensamiento, le mira y se ríe con las cosas que dice, escuchando con atención todas sus palabras. 
Y todo parece distinto, raro, brillante, nuevo. Sonríen.
Se imagina a si misma parándole para darle un beso. Porque si, porque le apetece notarle cerca. Pero continua caminando sin saber si coger o no la mano de él. No le gusta cuando está lejos, pero le da miedo pedirle que se acerque. Y su cabeza se llena de todo tipo de contradicciones.
Y entonces un brazo rodea sus hombros, frenándola. Frenando su respiración y hasta su pulso.
Despacio, muy despacio, sus labios se encuentran. Con suavidad, como una caricia. Se escapa una sonrisa, un suspiro, se escapan los segundos y sus labios no se separan. 
Y sin ninguna prisa, se separan. Y siguen su camino vete tú a saber dónde, sin parar de reír.

Dame 10  segundos más. Lo convertiré en un mundo.

domingo, 13 de mayo de 2012

Te deslizas.

Querido Robert o Silver, o Daisuke, o Brief, o Jorge, tal vez no haga falta usar ningún nombre. Porque sé que sabes perfectamente cuando mis palabras van dirigidas a ti ¿verdad?
Cuando te conocí me pareciste un tipo bastante raro, tu manera de ser, de expresarte y de amar a los demás me parecía increíblemente curiosa. Pero me gustabas, tenías ese encanto que solo ciertas personas poseen. Nunca te dije nada al respecto, no te quise hacer saber lo mucho que me dolían tus historias de amor, porque no sabía por qué me dolían. Solo era una sensación desagradable el ayudarte a arreglar las cosas con otras chicas. Pero me importabas lo suficiente como para hacerlo y no pedirte nada a cambio. Y un día desapareciste.
No te voy a mentir, no te recordaba. No pensaba en ti demasiado, alguna vez te dejabas caer por mi mente cuando me daba por ver el vídeo del ciego y la actriz, pero nada más.
Y de la misma manera que desapareciste, de golpe y de frente, sin avisar, volviste a aparecer. Pero esta vez todo era distinto, ya no eras el mismo. Parecías más feliz y solo tenías otro nombre y algo más de edad.
Volviste a clavarte en mi mente, volviste a ser uno más de esos factores importantes. Hasta que llegó el día en el que se te ocurrió la valiente idea de decir "Te quiero". Y yo también te quería, te quería muchísimo, pero tuviste que complicarlo todo. No podíamos estar juntos, cerca, de un modo físico, pero tampoco eramos capaces de estar el uno sin el otro. O al menos yo no podía, pero tú si. Volviste a hacerlo; cuando más te necesitaba, te desvaneciste dejándome la promesa de que volverías. Nada más. Una promesa que no cumpliste a tiempo.
¿Sabes lo sola que estuve? ¿Te puedes imaginar por un instante la de cosas que dejé pasar por ti? ¿Las personas que lo pasaron mal porque tú me prometiste que volverías? No creo que puedas ni si quiera llegar a rozar lo que pasó por mi cabeza cada día que pasaba recordándome a mi misma tus promesas.
No creo que lo veas como yo, no creo que puedas comprender lo que es aferrarte a un sueño por encima de las realidades de los demás. Porque tú ya no sueñas.
Y el resto es historia. Me llegaste a volver loca con tus idas y venidas. Cada aparición más inoportuna que la anterior. Cada palabra se me antojaba más arrogante y estúpida, más vacía e inútil.
Quiero que entiendas por qué te escribo esto, por qué lo pongo aquí y no te lo escribo directamente a ti.
Hay tantas cosas que quiero decirte, tantas que van a perderse en mi memoria como harás tú. Han sido tantas las esperanzas que puse en ti y tantas las decepciones que me he llevado que ahora solo cabe esperar que me permitas hacerte desaparecer de mi mente, es mi momento de hablar de ti en pasado y no como un futuro. Lo siento, pero lo estropeaste todo y yo ahora soy feliz sin ti. Tengo alguien capaz de quererme sin los límites que tú imponías. Alguien que me quiere y me quiere bien. Con hechos, sin necesidad de palabras.
Pero necesito que entiendas mis por qués. Sabes mejor que nadie que nunca pongo nombres en las cosas que escribo, que siempre lo dejo caer, lo doy a entender. Pero voy a deshacerme de ti y esto será lo último que te deje. Y debes entenderlo.
Tómate esto como lo que es, como una despedida.

Hasta siempre.
G.