Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Plein.

Hay veces en las que escribo por escribir. Para que sepáis que aún estoy viva, que pienso, existo y respiro. La necesidad humana de atención, calor, cariño. La necesidad de ser atendido por vicio, no por necesidad.
Pero hay veces en las que escribo llevada por el deseo de ser leida. La excitación en lo dedos, en el alma. Los pulmones llenos de ideas respiradas, casi esnifadas. Noches de luna llena, cuando me cantan los pensamientos golpeando de lleno mi cerebro, cada pliegue y recoveco de mi contraida cabeza. Teclas de piano retumbando en mis oidos de forma electroviral; ella cantaba en una terraza de parís y yo la escucho en un cuartucho del corazón de la sierra de Madrid. Así de fácil, un clic y recommeçon.
Y sé que se nota, que sabéis cuando es ahogo y cuando desahogo. Necesidad y vicio.  Lo sé. Porque yo también lo noto y me asusta.
Se entiende, ¿no?

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Old friends.

Los ojos vidriosos y la imposibilidad en el pecho. Siente remordimientos, se culpa.
Ya es su quinto cigarro y echa el humo con cierto deje de asco en la boca. Fuma por fumar preguntándose qué ha hecho mal, está decepcionado conmigo. Piensa que si hubiera estado más encima de mi, más pendiente y menos permisivo esto se hubiera evitado. Pero ambos sabemos que no puede cortarme las alas, no puede obligarme a estar en casa. Y le duele. Y a mi no me había dolido hasta ver que le he arrancado el sueño posiblemente a la única persona a la que esto le importa de verdad. Tengo las entrañas revueltas y este es mi tercer cigarrillo ya. Pero este es mi precio.
El suyo es irse a andar preguntándose una y otra vez el por qué de mi caida, ¿hasta qué punto puede echarse la culpa de mis fallos? Me obceco en el teatro y en la guitarra para evitarme pensar que es verdad, que estoy echando a suertes mi futuro. Y ahora solo siento una profunda impotencia, porque empatizo con él y con la impotencia que le genera ver como pierdo el tiempo tirando por tierra una oportunidad única que no todos tienen. Ahora los dos nos sentimos mal y ninguno sabe qué decir. Me espera el silencio más gélido.

"Ahora no tienes excusas, se supone que esto te gusta."

Ojalá tuviera una buena excusa para darte, una que nos convenciera a ti y a mi de que esto tiene una razón real que no sea lo putamente vaga que soy. Pero no la hay y esto nos duele, nos marca la espalda y las manos como si fuera un hierro candente dejando las palabras "vergüenza", "decepción" y "culpa" marcadas en nuestra piel. Y me encantaría pedirte cuartelillo "es un instituto nuevo, en bachillerato y no estaba preparada, lo siento" creéme, que lo siento. Que quiero que salga bien y que voy a encaminar las cosas. Que te quiero y que me mata por dentro ver como cargas en tu espalda con ese pedazo de mi que nadie quiere. 
Pero te prometo, que a pesar de todo puedo con esto. Puedo con esto y con más. Y quiero que lo veas y que beses mi frente sonriendo y pensando que lo has hecho bien, que lo he hecho bien, que estás orgulloso de mi. Que ya no soy torpe, que soy mayor. Que toco la guitarra porque todo está en su  sitio y que algún día irás al cine con tus nietos a verme. Y llorarás de la emoción por verme salir adelante.
Porque tienes razón, porque es lo que tú dices y esto es solo para mi y tú lo único que puedes hacer es disfrutar de mis éxitos y llorar con mis fracasos. Pero no culparte, no, eso no. Por favor.
Que esto es una promesa y te prometo que no volverás a sentirte mal nunca.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Causando desperfectos.

No eres mi foto favorita, ni las palabras precisas, no eres casi ni un instante en mi memoria. Te reto a aparecer en mis sueños y desarmarme del todo. Desarmarme, si, dejarme sin habla y sin aliento. Y sin saliva en los labios de tanto besarlos. Estoy convencida de que puedes hacer que no piense más y solo precisas tus manos. Interprétame esta noche, entre miradas desconocidas por las calles. Ellos nos ven, nosotros vamos ciegos. Reinventa, por favor, el concepto que tienes de mi. Te juro que si supieras un poco más no me dejarías sola, te juro que si supieras un poco más estos tragos te sabrían distintos. Más amargos aún, si eso es posible. Acaricias las heridas de mi alma con tus palabras que no parecen querer compadecerse de mi, ni hundirme más, ni llegan con el espíritu típico de "necesidaddesabercosasquenoteimportan". Solo usas tus palabras como un bálsamo, las aplicas en mi pecho con suavidad; manos de seda rozando mis ideas con forma clara de voz calmada, pausada. Transmites a mis pulmones sensaciones lumínicas de todos los colores, no solo verdes. Un gesto de esas manos me llevaría a la perdición. El mismo gesto podría quitarme la soga del cuello en el momento justo. Una necesidad como otra cualquiera. Como el alcohol en la garganta o la yerba en los pulmones. No dejas de ser una adicción, pero me jugaría todas y cada una de las partículas que me componen a que eres el doble de tóxico, aunque no te molestes demasiado en disimularlo.
Si te quedas prometo adjudicarte ahora mismo una canción, la próxima que resuene en mi caja torácica, esa misma será tuya para siempre. Porque careces de rostro, eres solo un torso, unas manos y unas ideas latentes. Suficiente, al fin y al cabo lo único que necesito de ti, de momento, es eso. Palabras.
En un futuro podríamos negociar otras situaciones para nosotros, hoy somos letras en mi teclado, en mis dedos. No hay pretensiones.













No eres mi nada, pero esta noche podríamos cambiar todo eso.