Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Su voz se acompasaba con mis latidos y mis latidos con su respiración.

Quiere temblar de nuevo a causa de su contacto pero el contacto no llega y ya tenía el mono, la necesidad.  "Y joder, joder, joder". Grita para sus adentros preguntándose donde coño esta y si hay alquien más interesante a quien regalar sus besos.  "A este paso me será más facil conseguir droga que su puta boca..."  Esta enfadada consigo misma y se obliga a hacer mil millones de cosas para no pensarlo demasiado. Pone música y lee.  Pero eso no hace que la situación en su cabeza vaya a mejor. Es más, empeora...  "Esta canción me recuerda a él, la voy a pasar..." pero no la pasa, se queda mirando el título pasar y pasar intentando recordar pequeños detalles. Y sacudiendo la cabeza vuelve a mirar el libro, pero con la vista perdida.   Retoma su lectura solo cuando se ha rebanado lo suficiente la cabeza.  Una página. Dos. Tres... "...y vuelvo a sentirlo dentro de mí, ese temblor sin movimiento.Ese querer gritar y no tener voz. Esa maldita sensación tan viva de estar muerto, que ahoga todo pensamiento y busca..." busca, busca. En el libro, el protagonista busca una jeringuilla ¿que es lo que busca ella?  Su voz... su voz... un momento ¿Como era su voz? ¡No es capaz de recordarla! Imposible...  Recuerda las palabras, los susurros y los jadeos. Puede oir esas palabras con la voz de cualquier otra persona pero no con la suya. Otra canción la saca de ese pensamiento. Es esa canción que solo suena para eso, esa que todos tenemos en nuestros reproductores de música y que sirve para ensimismarnos y sacarnos de todo lo demas.  "Que le jodan al mundo, yo me largo."  El libro cae junto al movil con un golpe seco en el suelo y ella desaparece por el pasillo con la cabeza vacía de ideas.

Past Simple.

Mejor me tumbo, o me levanto. O lo intento y aparece tu mano paraobligarme a echarme al suelo otro rato. Y luego tu lengua y el sabor a coca-cola. Me retumba la cabeza, joder la droga hace efecto. Y no quiero abrir los ojos, lo hago y lo primero es tu cara muy cerca. Luego siento tu lengua, aunque en realidad no te vea. Noto como tus manos se deslizan a mi cadera "¡Frena, frena!" A ver a donde llega. Mierda, me tiemblan las piernas y te ríes. Por poco me caigo y te ríes. Pero no me importa, me gusta condo te ríes. Y cuando me sonries. Y cuando me suspiras en la oreja, y cuando me acaricias, y cuando te alejas para que yo me mueva. ¿Y que más me dará lo que quieras? ¿O cuanto quieras? Me gusta la manera, si esa manera, de pedir lo que deseas e impedir que yo me mueva.
J.

La realidad tras sus párpados.

No tenía frío, ni tenía miedo.
No tenía la intención de moverse de allí ni un solo milímetro. El sitio estaba desierto y el aire chocaba contra ella golpeando su pecho y removiendo su pelo. Tenía la carne de gallína y los ojos cerrados.
Procuraba no mensar, pero no importaba cuanto se esforzaba; Cuanto más pensaba en no pensar, más pensamientos tenía. Dibujó una sonrisa en sus labios y suspiró con fuerza.
Abrió los ojos muy despacio, esperando encontrarse un sol brillante y ardiente ante ella. El mismo sol que creía que estaba brillando sobre su piel y proporcionándola el calor que sentía en ese mismo instante.
Pero no fue eso lo que vio. El cielo estaba gris y el aire era pesado. La primavera que fluía en su cabeza se había evaporado. Los árboles estaban tan desnudos como su alma y su cuerpo. El silencio se había apoderado de todo dejando el suelo cubierto de hojas. 
No veía su eterna primavera con sus flores y su luz, con los matices brillantes de los días en los que todo se veía con más colores. Habían desaparecido en la inmensidad, en la eternidad. 
Pero volverían, las flores siempre vuelven.

sábado, 26 de noviembre de 2011

They should know it.

Mirando aquellas las fotos recordó lo mucho que le gustaban aquellas tardes que olian a calor y sabían a verano. Recordó las flores rojas y también el cesped a la sobra de los enormes árboles.
Las canciones que repetían una y otra vez, hasta reventar. Las bromas que habían conseguido que, en medio de las lágrimas de los preciosos ojos de aquellas chicas, sonrieran de nuevo y de aquella manera tan bonita.
Los abrazos, los besos, las noches en vela, los consejos, las historias, las peleas, las reconciliaciones, los segundos, los minutos, las horas y los días. Las conversaciones por telefono minutos antes de verse para contar otra vez lo mismo, volviendolo a escuchar como si fuera la primera vez.
Las palabras duras, las que hacían daño pero eran reales. Aquellas, eran las que más fuertes las hacían.
Todos los recuerdos iban y venian en su cabeza. Muchos se perdían entre el humo del cigarrillo que sostenía entre las manos y tenía miedo de perder los detalles que más felices las habían echo, de perderlas a ellas.
Recordaba las palabras más amables y las más bajas, sucias y rastreras. Y como si hubieran sido un club de suicidas, interiorizaban los momentos más amargos y se los callaban.

Le apetecía recordarlo todo, y como las quería, las quería tanto y tanto.

lunes, 21 de noviembre de 2011

You should be in love.

Se desperezó abriendo lentamente los ojos, notando como una suave mano acariciaba su vientre por encima del ombligo y sonrió para si; no había sido un sueño. Ella estaba ahí tumbada, abrazada a sus caderas y comenzaba a besar su cuello, con ganas de más, como si las caricias que la había ofrecido durante buena parte de la noche no hubieran sido suficientes para ella. Se giró para mirarla con claridad y se topó de frente con sus preciosos ojos verdes y su sonrisa. No sabia si besarla o hacerla una foto. Pero ella respondió a sus dudas tomando su cara con suavidad para dejarla muy cerca de la suya. Estaban tan cerca que su pulso se aceleraba mientras notaba como ella entrelazaba sus piernas y sus lenguas, al compás, como si fueran una sola.
Sobraban las palabras, sobraban las explicaciones. Una encima de la otra, disfrutaban del contacto ardiente que las impedía separarse. Un mordisco, una caricia, un suspiro y algún que otro gemido se escapaban de cuando en cuando del colchón. Pero no había nadie para oírlos, no ahí. En su pequeño espacio donde todo sobraban salvo sus adolescentes bocas buscando más y más amor, insaciables. Pegando sus cuerpos con fuerza, incitándose la una a la otra a seguir. A llevarlo a otro extremo. A un lugar donde las miradas de desaprobación de la gente no llegan.
Ese punto en el que el placer te traslada al amor irrefrenable, sonde no importa tu sexo, solo tus ganas de amar.

Ella.

Ella estaba sentada en la cama, como siempre. Tenía la espalda apoyada en el cabecero y los ojos cerrados. Él, apoyado en el marco de la puerta, la miraba mordiéndose el labio inferior con gesto de culpabilidad.
Ella agachó la cabeza y se echó a llorar en silencio. Sus hombros se convulsionaban entre sollozo y sollozo.
-Oye yo...- silencio, solo eso. No quería oirle terminar la frase, no había nada que pudiera decir para hacer que ella volviera a sonerir.-Te quiero...- le pareció entender antes de levantar la cabeza para ver como él salía por la puerta, comenzando a bajar los escalones. Ella se levantó y salió corriendo, para detenerle. Pero no. Esta vez no. Agarró la puerta y cerró con un golpe seco, apoyándose contra esa y rompiendo a llorar violentamente, ahogando un "lo siento" en sus lágrimas.
¿Por qué? ¿Por qué coño era tan cabezota y no podía dejar de lado el orgullo? ¿Por qué le había dejado salir de la habitación y dejarla sola?
Joder si le quería, ¡claro que le quería! Pero estaba muy cansada de estar sola, de esperarle durante meses para luego tenerle un par de días. Ese par de días en los que era suyo totalmente, ese par de días en los que cambiaría la existencia del mundo por unos minutos más acurrucada a su lado en la cama. Pero luego él se marchaba, siempre. A cualquier parte y en esa cualquier parte no estaba ella.
Sollozó y recorrió la habitación con la mirada buscando su bolso. Se puso de pie y caminó hasta él rebucando en el interior hasta dar con el paquete de tabaco y el mechero. Se encendió nun cigarrillo dejando correr las lágrimas mientras daba la primera calada y se apoyaba contra la ventana. Al expulsar el humo empañó la ventana y una sonrisa cruzó su cabeza; cada vez que lo acompañaba al bus, él empañana el cristal y dibujaba una sonrisa. Ella dibujaba un corazón con las manos y esperaba a que se fuera el bus, para volver a casa acompañada del recuerdo de sus caricias.
Los recuerdos, siempre los recuerdos. Era eso lo que la trastornaba. Tener de el el recuerdo de unos besos intensos, de unas palabras suaves susurradas al oído, de unos dedos que acariciaban tímidamente su nuca.
Sacudió la cabeza tratando de no pensar en su manera de ver las cosas y en como rasgaba las cuerdas de la guitarra cantando para ella sus canciones favoritas con la voz ronca de tanto fumar. Y no quería pensar en los aros de humo que hacia para ver como ella jugaba a meter dentro sus finos dedos.
A ella le gustaba enredar los dedos en su pelo para luego desenredarlos y le gustaba decirle que no le quería solo para ver como el sorprendido chico se abalanzaba sobre ella.
Cerró los ojos abriendo la ventana y mientras la helada brisa la golpeaba la cara, se acordó de su sonrisa. De como sonreía nada mas despertarse, de como sonreía cuando todo iba mal y cuando todo iba bien. Sonreía siempre solo porque eso hacia feliz a todo el mundo. Pero sobre todo la hacia feliz a ella...
Apagó los restos del cigarrillo en el alfeizar de la ventana y suspiró mirando la calle. No podía evitarlo, tenía que ir a buscarle y tragarse su orgullo.
-La gente no debería equivocarse nunca...- se dijo a si misma cogiendo la chaqueta y saliendo de la habitación dispuesta a buscarle antes de que fuera tarde.

Él.

Ella estaba sentada en la cama, como siempre. Tenía la espalda apoyada en el cabecero y los ojos cerrados. Él, apoyado en el marco de la puerta, la miraba mordiéndose el labio inferior con gesto de culpabilidad.
Ella agachó la cabeza y se echó a llorar en silencio. Sus hombros se convulsionaban entre sollozo y sollozo.
-Oye yo...- silencio, solo eso. No sabía como terminar la frase. No sabía que decir o que hacer para que ella volviera a sonreir.- Te quiero...- musitó un instante antes de darse la vuelta y salir por la puerta, comenzando a bajar los escalones escuchó como la puerta de la habitación se cerraba tras de él y como la chica rompía a llorar golpeándo la puerta y tragándose un "lo siento".
Salió a la calle, colocándose la chaqueta y rebuscando entre los bolsillos de esta la cajetilla de tabaco y un mechero. Una vez hubo encendido en cigarro, notó como el amargo humo se mezclaba con las lágrimas que recorían sus mejillas. Hacía frío, mucho frío y él tenía un largo camino por recorrer. Si solo pudiera olvidarse de sus labios, de sus caderas, de la curvatura de su espalda. Pero no solo eso. Era todo de ella lo que retumbaba ahora en su cabeza.
"¿Cómo se puede querer tanto?" se preguntaba mientras tomaba otra calada. No lo entendía, necesitaba parar.
Se apoyó en un muro y expulsó el humo pensando en su pelo y en sus ojos. En sus manos, que lo habían acariciado miles de veces en medio de la oscuridad. La manera que tenía de morder su cuello haciéndole perder el control y dejarse arrastrar por el deseo.
Pero ojalá solo fueran los recuerdos de su piel. Su risa, sus susurros y sus poemas también estallaban contra su cerebro haciéndole cerrar los ojos y obligándole a encenderse otro cigarrillo.
La forma en la que se acercaba a su oido y decía "No te quiero" para que él la tumbara en la cama y la hiciera cosquillas, haciéndola confesar entre risotadas que había mentido.
Agachó la cabeza y cerró los ojos con fuerza, tratando de olvidarse de todo eso. Quería sacarlo de su cabeza para poder seguir andando con la seguridad de que no le fallarían las piernas. Pero eso solo lo empeoraba todo; la imagen de ella fumando a su lado, echando el humo por la boca con pequeñas y perfectas volutas. Sus manos, jugueteando con el pelo de él, enredándolo para volverlo a desenrredar.
-La gente no debería equivocarse nunca.- dijo para si. Entonces se levantó y se marchó lanzando la colilla a un charco.

domingo, 20 de noviembre de 2011

New York Fog.

Me planteo volar y, sacando de mi cabeza los pesos de la mierda del mundo, me asomo a la ventana. La niebla cubre la parte alta de este edificio y en esa parte vivo yo. No puedo ver el edificio de enfrente, ni a los transeúntes que recorren las aceras de la calle en la que estoy situada. Apenas puedo ver las ventanas de al lado. 
Oigo ruidos. Oigo el ajetreado tráfico y las bocinas de los coches que emiten sus quejidos unas por encima de otras. Puedo oír gritos e insultos que vienen de la ventana de enfrente. Aunque no pueda verlo, se que es un matrimonio que discute como cada mañana antes de ir a trabajar. Luego salen y a media tarde se rencuentran en la cama. Tiernos, de fuego. Finalmente centro mi atención en mi propio piso, ya no conecto la música; mi vecino está ensayando para tocar con su banda. Los acordes de la canción que yo llamo "Jump and shout" hacen retumbar las paredes de mi salón. Me encanta. Nunca he visto a mi vecino en persona pero me he enamorado de el a través de su música. Me gusta más que cuando toca canciones que me gusta, me dejan ver una parte de su personalidad.
Suspiro y vuelvo a coger aire. Un intenso olor viene a mi, acariciando mi nariz con suavidad; tarta de manzana. Viene del piso que está debajo mía, donde vive aquella señora que en su juventud fue pastelera. Por la mañana dejo la ventana abierta para poder oler sus postres y juego a averiguar qué ha cocinado.
Vuelvo a la ventana, la niebla no se disipa. Mi vecino a dejado de tocar y a puesto un CD; The strokes- Reptilia, suena ahora por todo el edificio. Y él canta y yo le acompaño con una sonrisa, aunque no me oiga.
Pero llega el momento de irse y después de prepararme y coger mis cosas salgo a las frías calles de Nueva York. Y ya allí, caminando entre el resto de habitantes del micro universo que es esta ciudad, me pongo los cascos buscando en mi reproductor Reptilia, con una sonrisa y sigo andando dispuesta a perderme entre la niebla de Nueva York.
No me acuerdo de el por qué de mudarme a esta ciudad. No me gustaba su ajetreado ritmo ni su gente ruidosa y en ocasiones desconsiderada. Pero paseando por sus calles y escuchando a The Strokes, me doy cuenta de que cualquier otro sitio se me hubiera quedado pequeño. Demasiado pequeño.

Someday I will go there for know you. For have you NY shining for me. I promise.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Grandir.

Quand elle était né tout le monde a dit la même chose; "Elle a les yeux comme le ciel". Mais elle pensait  "Mes yeux sont comme yeux de monstre". 
Elle grandisait en regardant tout avec ses grandes yeux de monstre. Elle voulait voir le monde de une façon different, comme si elle était vraiment une pettite monstre et pas une fille humaine. C'étais pour ça qu'elle n'avait pas des amies. Parce que les autres enfants avaient du peur aux monstres comme elle. Elle n'étais pas triste pour être seule. Elle avait leur amies cachés, des monstres inconnues. Le sorte de monstres qu'aiment jouer mais qui sont seules par la faute de leur aspect.


Aprés elle a grandi, et le pettite monstre a laisse son corps pour rester avec les autres monstres solitaires qui aiment jouer.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Wild like we are.



Duelen, queman, arden. Son como las ascuas aún sin apagar, del fuego que han usado para calentar el hierro que marcará mi alma. Como si mi alma fuera a ser definitivamente de alguien y ¿sabes? eso no es posible...
Soy una sin dueño, soy una sin ley. Soy demasiado libre como para encadenarme y estoy demasiado encadenada por mi misma como para permitir que nadie pueda atraparme más.
Pero me estoy atando, me siento enganchada a un tipo de locura que aún no se muy bien como explicar, que es como una especie de droga maligna que se pega a las paredes de mi organismo haciéndolo funcionar más despacio. Yo por lo menos lo noto más lento a su alrededor, como si una neblina lo envolviera y me impidiera comprenderlo.
Quizás esperan que sea libre, pero me he cansado de ver sus caras de decepción. A lo mejor no estoy hecha para ser libre y mi destino es quedarme en un sólido rincón, sin hacer nada... pero eso no es lo mío.
Por suerte o por desgracia a ellos les decepciona mi carácter, mi manera de pasar olímpicamente de absolutamente todo lo que no me importa y, a veces, también de lo que si lo hace. Y si, se que no debería ser así. Que a todos nos tiene que importar algo y bla, bla, bla...
¿Qué? ¿Qué esperabas? A nadie debería importarle los motivos que nos impulsan a ser como somos y a tomar consciencia de lo que nos importa y lo que deja de hacernos. Pueden obligarnos a sentarnos frente a un libro, pero no pueden evitar que nuestra cabeza vuele. Y pueden obligarnos a ir al instituto, pero nunca conseguirán que estemos atentos si nosotros no queremos. Eso nos hace libres.
Nos imponen una manera de ser, una manera de vestir, un modo de pensar. Pero crecemos y con el paso de los años nos damos cuenta de que no tenemos por qué seguir las líneas establecidas. Nos despojamos de aquello a lo que nos han habituado, tomando nuestras propias decisiones y haciéndonos conscientes de lo que ellas representan. Vemos lo que dejamos atrás y también aceptamos las consecuencias de lo que está por venir.
Puede que, yo que sé, que me equivoque y que todo esto en realidad no tenga sentido.
Te contaré un secreto. Todo lo que acabo de decir sale de una pequeña frase que no guarda relación; una frase de "amor" si quieres verlo así. No me esperaba en absoluto este desarrollo.
¿Puedes entenderlo? Porque yo no.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Su mente, mis palabras.

Escribe poco, pero escribe. Y cuando lo hace dan ganas de lanzarse al mundo a preguntarle que coño está pasando. Y que dos palabras suyas, sean suficiente como para arrojarte al vacio un instante.
Quiero volver y quiero volver con él de la mano.

Joder si te quiero, claro que te quiero. Y mira que siento no poder demostrártelo como me gustaría.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

.~


¿Podrías regalarme la lluvia en un frasquito de cristal?