Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

domingo, 26 de agosto de 2012

Esto ha sido otra puta mierda patrocianada por mi.

Ya va siendo hora de que me admita a mi misma que estoy a la cola.
No puedo enfadarme contigo, porque no es tu culpa. Pero estoy enfadada, más conmigo que con nadie, por tomarme tantas molestias para verte hoy y emplear tanto esfuerzo para nada. Por querer ser la primera en abrazarte y no poder estar ahí. Y tener que esperar y que otros vayan a poder estar contigo mientras yo estoy encerrada entre cuatro paredes con las narices metidas en un libro.
Y muero de rabia y de celos y de envidia y me ahogo en mis propias ganas de dejar de llorar, pero no puedo parar. Hace días que no puedo parar.
Te juro que me hubiera bastado con cinco minutos para compensar estas semanas. Que con cinco minutos se hubieran borrado estos últimos días de sentirme sola y abatida. Pero no va a ser posible y no va a haber nada.
Aquí seguiré, despertandome cada días con ganas de que estés a mi lado. Tomándome el colacao antes de ir a la biblioteca a dejar que mi dolor de cabeza suba como si fuera levadura, pretendiendo que sigues lejos para no tener la tentación de correr a buscarte y mandarlo todo a la mierda para poder estar contigo. Pero no tengo ese derecho. Porque tengo palabras que memorizar y poco tiempo para ellas, nada para ti.
Y me pregunto si a ti no te sentará mal. Si a ti no te hubiera gustado verme a mi antes que ver al resto, si no recuerdas que me debes miles de abrazos y que todavía tienes que comerme a besos. Pero tampoco voy a preguntártelo, porque sería estúpido comerte el tarro y hacerte sentir minimamente culpable por algo que ni es tu culpa, ni tiene remedio. Así que me callo, pero descargo toda la rabia y el mal estar y las ganas de mandarlo todo al puto infierno, aquí, en mi espacio propio.
Tal vez quiera que lo leas. Que te importe. Que sepas que estoy de mierda hasta las orejas y que me siento muy mal y que no te lo pienso decir. Si quieres descubrirlo estás en tu derecho y si quieres reprochármelo también.
Hoy me iré a dormir, con la sensación de que todo está mal dentro de mi. Porque lo que para muchos puede significar algo pequeño y estúpido, para mi era realmente importante. Y me acostaré con las dudas y con las lágrimas como compañeras y con un dolor de cabeza de esos que no se quitan ni a golpes. Y soñaré contigo, porque soy la primera siempre para torturarme. Me dejaré comer por mi propia mierda y morire de ganas de estar sola por no poder estar contigo.
Lo siento. Siento ser así y quizás te desagrade leer esto y saber que eres tú para quien está escrito. Pero ya me conoces y sabes de sobra lo que hay. Y lo que hay es una niñata caprichosa que se enfada por tener que estar a la cola de todo el mundo.
Y ahora, si no te importa, me voy a consumir un cigarrillo.

sábado, 18 de agosto de 2012

"Metáforas..."

¿Conoceís ese sueño en el que sientes como caes precipitadamente al vacío y te levantas de golpe en la cama? Ella lo había tenido aquella noche y se había despertado cayendo al vacío sin un colchón bajo su cuerpo. Su cuarto se había desvanecido y ahora se encontraba frente a una pared lisa y rocosa bajando a una velocidad tan impactante que no se sentía capáz ni de gritar. Su pelo y su vestido se agitaban al choque contra el viento de frente. No sabía si encogerse o estirarse, no podía reaccionar de ningún modo y estaba asustada. Finalmente, cerró los ojos y decidió esperar encogiendose sobre si misma hasta acabar hecha una pequeña bolita.
Y luego todo fue silencio y humedad. A sus oídos solo llegaba sonido de bubujas, silencio de agua y a sus pulmones falta de oxígeno. Abrió los ojos y se encontró a escasos centímetros de unas puntiagudas rocas que amenacaban con deshacer su cuerpo. Se aferró a una de ellas y miró hacia arriba; veía la ténue luz de la luna chocando contra la superficie del agua que dejaba a algunos de sus rayos penetrar en las profundidades acuáticas. Un ardor infernal se apoderó de sus pulmones, de su garganta y la falta de aire comenzó a pedirla a gritos que nadara hasta la superficie. A duras penas consiguió llegar, cada brazada se le hacía más pesada e imposible, necesitaba salir pero veía que no podía. Con un último impulso de brazos cansados, alcanzó su objetivo y exhaló una profunda bocanada de aire frío y nocturno.  Su pecho palpitaba con fuerza, le dolían la cabeza y los oídos, por no hablar de los brazos.
Comenzaba a calmarse y buscaba con la vista, ya acostumbrada a la escasa luz, algo a lo que poder agarrarse. No tenía ni idea de dónde estaba y solo alcanzaba a ver la lisa pared rocosa y agua. Agua por todas partes, agua helada y oscura, como una inmensa tiniebla rodeándola. No se escuchaba ruido alguno; ni grillos, ni el viento entre los árboles, ni si quiera el agua producía más sonido que el de las brazadas que ella misma daba para mantenerse a flote. Se echó a nadar hacia adelante, sin saber que encontraría o que podría sucederle. Pero cuando las cosas se encuentran en un punto como ese solo puedes avanzar o manterte en el sitio rezando por una solución. Y a ella no le gustaba nada rezar.
Seguía nadando, agradeciendo que no hubiera corriente alguna que pudiera arrastrarla. A pesar de todo no era tan mala la situación. El largo vestido comenzaba a convertirse en poco más que un lastre. Decidió despojarse de él quedando totalmente desnuda, desprotejida. El frío del agua entumecía sus miembros, le dolían los brazos y le temblaban los labios. Pero no dejaba de nadar, de fente a la nada con la luna como única compañía. Sentía el calor de las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
Se planteaba la idea de bandonar y dejarse morir en el fondo del agua. De hecho, a punto estaba de rendirse cuando notó arena bajo sus pies. Con los ojos abiertos como platos, comenzó a caminar sobre la orilla y cuando el agua a penas le cubría los tobillos, se dejó caer y lloró en silencio, sintiéndose por fin a salvo.

Espero que sepaís leer entre líneas. Espero que podáis entender la metáfora.
G.

viernes, 17 de agosto de 2012

Vidas cruzadas, esquinas.

Cada esquina de cada calle de cada ciudad de cada país esconde un secreto, una historia, unos amantes, un beso, un sueño, una poesía. Este es mi espacio, esta es mi esquina.
Pero tres calles más abajo de la calle en la que estamos mi esquina y yo está ocurriendo algo.
Alguien llora.
Es un llanto de esos terribles en los que se derrama un pedacito de uno mismo con cada lágrima. Una mujer solloza desconsoladamente sentada en la puerta de su casa con un cigarrillo más consumido que fumado en la mano derecha. Tiembla. Hace calor, mucho calor, pero ella tiembla. Está tan nerviosa que no puede ni llevárselo a los labios para darle una o dos caladas. ¿Y por qué llora? ¿Por qué llora si hace tan solo unos minutos estaba perfectamente? Ha recibido una llamada de teléfono, una fría voz la ha comunicado el ingreso en un hospital de su hijo más pequeño a causa de un gravisimo accidente de tráfico. Su marido ha salido corriendo hacia el hospital, pero ella sabe que ya no hay nada que hacer. Lo siente en su pecho a modo de un dolor agudo. Una de esas sensaciones que quizás solo una madre puede tener.
Los vecinos la oyen llorar, pero ninguno tiene el valor de salir y preguntar el por qué. Ninguno quiere tener que consolarla.
En la esquina que de la calle del mismo hospital al cual el marido de esta mujer se dirige, hay un chico con un bote de pintura negra en la mano. Ha encontrado la pared perfecta para plasmar su arte; está dibujando al actual presidente del gobierno recibiendo una patada en el trasero por la bota de un punk. Un jóven anarka cabreado. La máscara le proteje de los "vapores" del espray y la capucha lo cubre para no ser reconocido. Sabe que lo que hace es ilegal, pero quiere hacerlo y, a pesar de las altas temperaturas, soporta llevar la sofocante sudadera. Sabe el riesgo que corre; una detención más y le enviarán de cabeza a un correccional. Su madre estará en casa preocupada, sin poder dormir. 
Un grito lo alerta. Un policía avanza corriendo hacia él con la intención de detenerle. Sin pensárselo dos veces, agarra la bolsa de pintura y sale corriendo calle abajo como alma que lleva el diablo con el policía detrás.
Y al final de la calle, un tipo tira su el cigarro alarmado por el ruido y se resguarda en la sombra de un callejón al que no llegan las luces de las farolas. Evidentemente, el contenido del cigarrillo no era legal, pero si muy caro. Por eso, cuando el bullicio pasa y el policía ya no está al alcance de la vista, lo recupera. Lo vuelve a encender y le da una larga calada que le produce un placentero mareo. Y al soltar el humo la ve; ahí está, su silueta de curvas perfectas desdibujadas en las nubes que salen de su boca. Ella, su antigua novia, ha decidido terminar con él y se ha largado con otro. Pero él no puede soportar la idea y llora, apoyándose en la pared, maldiciendo al humo que lo traiciona. Agarra una botella de un cargado vodka y le da un trago casi mortal. Al instante, cae rendido en el suelo y antes de perder la consciencia, resuena en su cabeza la risa de ella.
Ella, que está también en la ciudad algunos barrios más al norte, camina de la mano de su nuevo amante. Pero una punzada la obliga a detenerse. Los ojos verdes del chico al que a penas unas horas antes ha dejado tirado en la estación de tren aparecen en su mente, como un destello fugaz pasan por su cabeza los tres años que han vivido juntos. Su acompañante, preocupado, se detiene a su lado preguntando si todo está bien. Ella sonríe, asiente, lo besa y dice que ha sido solo un mareo, que está bien. Y agarrando de nuevo su mano, retoman el paseo sin percatarse de los ojos amarillos de un felino que los observa desde un muro.
El gato acaba de escapar de su casa en busca de una pequeña diversión nocturna. Un delicioso aroma a pescado asado lo hace desviar su atención de los paseantes y dirigir su rumbro hacia donde su olfato lo guía. Pero algo lo distrae; un pájaro despistado y estraviado que pía sin saber qué dirección tomar. No es un ave nocturna, solo un ave de ciudad desorientada. Agazapado entre las sombras, el minino, lo mira con atención. Su nueva presa, la presa perfecta, la cena. Lentamente avanza hacía el animalillo con la mala suerte de tropezar con una rama suelta que cruje de una manera casi inaudible bajo su peso. El pájaro gira su cabecita y mira a su atacante y con un rápido movimiento echa a volar dejándolo sin cena. Hace unos minutos que hay un pájaro posado en mi ventana. La noche ahora está calmada. Ya nadie llora y yo sigo aquí, ajena a todas las esquinas del mundo, escribiendo esto.

miércoles, 15 de agosto de 2012

"Estoy en la edad".

Saltarse las normas. Follarse a la vida y fumarse los esterotipos.
Las generaciones han cambiado, nos hemos hablandado, nos hemos dejado ganar y consumir por el sistema. Ahora todas tienen que ser delgadas, pelirrojas, de ojos claros y labios perfectos. Eso es lo que quieren de nosotras. Y ellos, todos iguales; pelo largo por encima de los ojos, liso y perfectamente peinado. Parejas estereotipadas que sonrien al objetivo de una cámara y muestran en todo tipo de redes sociales el millón de fotos que tienen juntos.
¿Y el secretismo? ¿Y los pelos locos? ¿Y la gente distinta?  ¿Dónde están los jóvenes?
Hemos convertido la edad de los cambios y las locuras en una espiral de decisiones previsibles, de muñequitos de plástico obsesionados con la perfección física y las modas. 
No quiero decir que este mal, solo digo que si quieres teñirte el pelo de rojo lo hagas porque es lo que quieres no porque "es lo que se lleva" y que si quieres dilatarte la oreja te guste a ti, no a la gente con la que vas.
Quiero decir que hemos pasado de la locura a la previsibilidad en apenas unos años a causa de las tecnologías. Y eso no está bien.
Hay que volver a lo de antes, a la esencia de ser joven y tener la cabeza llena de locuras pendientes; hacer lo que te plazca por qué es lo que más te apetece, por qué es un impulso, por qué te sale de los cojones.
¿Hoy te apetece llorar? Llora. ¿Te apetece gritar? Grita. ¿Buscas pelea? No jodas, hay miles de personas en las calles que quieren lo mismo que tú y no les importará partirte la cara.
Escribe tus sueños en hojas de papel y no aporreando un teclado para escribir una frase de menos de 160 caracteres. Canta a voz en grito la música que te apetezca, que te guste a ti aunque nadie más pueda soportarla. 
Eres libre de querer soñar con cambiar el mundo, de meterte en líos y salir de ellos totalmente jodido, pero con una vivencia más a la espalda. Porque metido en casa, colgado del ordenador haciendo nada, dedicándote a ver fotos de otras personas que si se dedican a vivir,  no vas a lograr cambiar una mierda. Y tendrás muchos seguidores en tumblr y twitter, pero esas personas no son tus amigos, no les importas una mierda. Tus amigos están en la calle esperándote para comeros la noche, para meteros de todo y acabar descojonados en el suelo preguntándoos como habeís llegado hasta allí. Tratando juntos de recordar todo lo que pasó y asustados de que os falten detalles.
Coño, que tienes ¿quince, dieciseís, diecisiete años...? ¿Y ya estás todo el día tirado, aburrido y sin saber que cojones hacer? ¿No te faltan horas para hacer todo lo que quieres hacer en un día? ¿En serio?
Abandona ese conformismo, enamórate, emborráchate, sal a las calles con tus colegas y métete en problemas. En unos años te arrepentirás de no tener nada que contarle al mundo sobre tu juventud.
Yo me largo de aquí ¿te hace?

martes, 14 de agosto de 2012

Pasas, dejas tu marquita y te vas.

Tengo espacio suficiente en mi cama y en mi almohada para ti y para todos los pensamientos que pesan en tu cabeza. Puedes venir, dormir, descansar del mundo durante el tiempo que quieras y después marcharte.
Vuelve si quieres. Échame de menos u olvídate de mi, para esto es para lo que valgo. Para dejarse llevar, para dejarse hacer, para sentirse libre y una vez renovado abandonar.
No me mires así, que no es triste, que no es malo. Cada uno asume su destino como puede y yo ya tengo claro el mío.
Soy puerto de paso para viajeros varados, para caminantes cansados y soñadores abatidos. Ofrezco cobijo a corazones desolados, desgastados y malheridos de gente que necista alguien con quien hablar, para llorar, estar en silencio o para amarse. Esas personas cansadas de la extraña soledad que se siente a veces cuando se siente todo, pero no se está conforme con nada. Vienen y durante una noche se olvidan del mundo y de que existen, buscan ser lo más ellos que puedan.
Hay veces en las cuales alguno vuelve buscándome, abrazándome y pidiéndome más tiempo. Yo acepto, por supuesto ¿Qué más da? me digo. Y también yo echo de menos a algunos viajeros, a los que más tiempo pasan conmigo. Esos que recurren a mi cuando el camino es largo y duro y requieren de mi calor, pero vuelven con una sonrisa cuando todos sus caos se han vuelto a centrar y solo quieren devolverme el favor. Pero solo soy un paso en el camino y pronto se van.
No importa, da lo mismo, mi cama y yo estaremos encantadas de recibirlos de nuevo.

sábado, 11 de agosto de 2012

"Siempre" o lo que te apetezca.

"-Quiero estar contigo siempre.
-Sabes que "siempre" es mucho tiempo, ¿no?"


"-Quiero mucho esos besos ahora.
Bueno, ahora y siempre.
-Siempre es mucho tiempo, me suele decir una persona.
-A lo mejor has convencido a esa persona de que "siempre"
es poco tiempo si es contigo."

martes, 7 de agosto de 2012

Vuelve que te echo de menos y me faltas de más.

...y entonces es cuando apareces, cruzando mis sueños, y le das a todo un giro de 90º de palabras y razones para manteneme en pie. Y yo te miro, te sonrío y me describo mentalmente cientos de todas esas situaciones tan terriblemente lumínicas como hipotética que quiero que sucedan cuando eres tú el que está a mi lado.
Y tú mantienes tus manos en mi cintura y acercas tu boca a la mía muy despacito mientras me aprietas contra ti como si fuera a desvanecerme, deshacerme y desaparecer. Como si tuvieras miedo a dejarme ir, a perderme. Y yo no puedo hacer otra cosa que pegar mis labios a los tuyos notando como me estalla el pecho y me retumban las ideas, sintiendo como tu contacto me arrastra hasta un punto de no-retorno en el que lo único que me queda por decirte es "no te separes nunca de mi, que te quiero cerca, que te quiero mío y con esa manera tan tuya de quererme" para luego quedarme tirada a tu lado sin necesidad de nada más.
Sintiéndote tan cerca, notando ese contacto y esas cosquillas en el estómago que me transmites en cada beso, en cada caricia, mirada, suspiro, sonrisa. Que el mundo desaparece cuando te tengo cerca y pesa demasiado cuando no estás.
Que eres la razón por la que me encierro estos días en mi cuarto sin más intención que permanecer ahí y esperar a que vuelvas para poder comerte a besos y susurrarte a trompicones y caricias torpes cuánto te he echado de menos.
Como única prueba de tu ausencia, tengo las ganas de verte y tengo la necesidad de saciarlas y el ansia de quererte. No me hace falta que nadie lo entienda, ni que les agrade, ni me importan sus quejas o sus estúpidas críticas. Que tengo el consuelo de saber que falta poco, por muy eterno que se me haga, por muy poco que te diga que te necesito aquí.
Que ya lo sabes, pero te quiero.



"Que sepas que voy a echarte mucho de menos
 y que cuando vuelva voy a comerte a besos."
Con eso me basta.

sábado, 4 de agosto de 2012

Bienvenidos todos.

Todos tenemos derecho a querer ser libres y a estar confusamente enamorados.
Tenemos derecho a llorar, a gritar, a reir y desear que el mundo sea nuestro. No importa lo locos que estemos, ni como seamos. Nadie merece menos de lo que sueña.
Podemos ser unos hijos de puta, una mierda de personas. Pero merecemos lo que soñamos porque, si, todos somos humanos.
Seguro que alguna vez te has quedado mirando la luna llena solo porque su brillo te inunda los ojos y sientes que respiras mejor, a mi si me pasa. Me pasa con la luna y también con las nubes que recortan la silueta del cielo azul. Me pasa con el mar, con el fuego y con todas esas cosas que son preciosas a pesar de que nadie pueda entenderlo. Esas cosas pequeñas que no sabemos ver o que a veces quedan eclipsada por el brillo de lo material. A mi no me importa demasiado cuanto cuesta tu nuevo movil, tus gafas, las zapatillas, "¡Esos vaqueros son geniales! ¿Donde los has comprado?" no.
Me gustan las luces brillantes de la ciudad por la noche y las risas que se escuchan como un eco cuando pasas al lado de una terraza y un grupo de gente toma café y charla animadamente sobre como han pasado el fin de semana.
Adoro las casas grandes, pero creo que las pequeñas son encantadoras a su manera. Creo que las personas se parecen un poco a las casas y que por mucho que te guste un tipo de persona todas tienen algo lumínico y brillante que mostrar. Me gustan las personas.
Y me gustan también las cosas que las personas hacen, pero nunca despreciaría el medio natural. Ni despreciaría el olor a café recién hecho, ni si quiera el olor a tabaco que sale de la habitación de mi hermano.
¡Hay miles de cosas en el mundo que me gustan y que son tonterías!
No son todo sonidos, no todo son colores, no todo son olores. A veces, en mi propia cabeza, formo ideas equivocadas de cosas que no tienen absolutamente nada que ver con lo que me rodea. Mi mente vuela, se va lejos, se imagina lugares radiantes y ocultos en el corazón de algún bosque, en lo alto de una montaña o por encima de las superficies espaciales. Recreo situaciones perfectas y preciosas que me hacen sonreír a pesar de su irrealidad, que me emocionan y me hacen rebosar de sentimientos enredados.
Pero no solo eso, no. También recuerdos; una caricia, unas palabras, un contacto, un beso... todo. Me hace temblar, sentir escalofríos y escalofriantes emociones.
Por eso elegí vivir y soñar y amar y recordar. Con todo lo bueno y lo malo que eso nos trae. Con las consecuecian de los malos recuerdos y las ventajas de los sueños permanentes.
¿Qué quieres que te diga? Pudiendo ser diferente esta, para bien y para mal es mi vida.

Recordar, soñar, temblar.

Se levantó notando como todo su cuerpo estaba aún más débil que de costumbre. Quejumbrosa, fues hasta el baño y se lavó la cara. El rostro surcado de arrugas que le devolvía la imagen desde el espejo parecía terriblemente triste y cansado. Hacía a penas unas semanas que él se había ido para siempre y ella también quería desvanecerse para estar con él. Quería, a pesar de todos, morirse.
Su hija y su nieta la miraban desde el marco de la puerta una vez ella se volvió a sentar en la cama.
"¿Cómo vas?" "¿Necesitas algo?" Ella no respondía, estaba rezando a su Dios para que se la llevara pronto. Estaba rezando por el alma de su amigo, amante y esposo. Quizás se arrepentía de todas las reprimendas que le había hechado durante los últimos años. Los gritos del recuerdo pesaban más en su ya frágil memoria.
Después de comer, trató de echarse un rato. Pero no podía dormir, no quería quedarse dormida. La pena le impedía pensar en otra cosa y se torturaba tanto que torturaba al resto de gente alrededor.
Aquel día, sus rodillas temblaban, su garganta se quebraba y sus manos trataban de agarrar algo que ya no estaba allí con ella.
Aquella noche soñó con él y su recuerdo la persiguió hasta que volvió a irse a la cama.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Y por dentro.

Se dedica a perderse en cada poro de su piel, cada instante y cada latido se le antojan únicos. Y como un sueño desdibujado recorre con la llema de los dedos su espalda, para calmarla porque ella llora.
¿Y por qué llora? No lo saben, ninguno de los dos lo sabe.
La mira como si fuera una flor de papel, sin saber qué hacer o decir para acallar sus sollozos, frenar sus lamentos y hacerla sonreír. Hubiera matado por verla sonreír.
Con suavidad, acercándose despacio y casis sin sentirse capaz de respirar, posa suavemente sus labios en la mejilla de ella mientras, con sus manos, busca las de ella. Y las encuentra, las tiene apoyadas en las rodillas, entrelazadas y temblorosas. Las agarra flojo, pero firme. Sin hacerla daño, pero tratando de transmitirle la mayor serenidad posible.
¿Por qué llora? ¿Por qué no habla? Quizás él también quiere llorar, a lo mejor él tampoco encuentra motivos para llorar, para estar mal, para querer pegarla a su cuerpo como si temiera que fuera a escaparse. Quizás, si ninguno ha abierto la boca aún es porque no hay ninguna palabra capaz de describir esa extraña sensación que ambos tienen. El agobio y el ahogo de no controlar las situaciones.
-Te quiero... Sé que lo sabes, pero a veces es bueno que te lo recuerde ¿no?
Ella levanta la cabeza, con los ojos enrojecidos. Le mira y espera, no a que diga algo más, no a que la bese, ni a que la abrace, no. Solo espera a que sonría y confirme sus palabras.
Acaricia su mejilla con el dedo pulgar, le tiene tan cerca. Le siente tan suyo.
Poco a poco va incorporándose, acercándose y abrazándose a él.
-Siento no poder decirte todas las cosas que quiero que sepas, siento que me veas llorar, pero lo que más siento es tener la sensación de que todo se tambalea porque no soy lo que necesitas, lo suficiente...
Con los labios muy cerca de su oído, deja caer esas palabras esperando que sepa leer entre líneas, que entienda lo que quiere decir y se abraza a él con más fuerza.
-... no quiero que me dejes sola, te quiero cerca. Te amo.
Y, correspondiendo al abrazo de ella, acariciando su pelo, besando su frente, se echa a llorar, sin poder aguantar más la presión que supone verla desvanecer.
Ella no quería que él le jurara amor eterno, no quería qe fuera suyo, no quería convertirse en el centro de su vida. Le bastaba con eso, un "te quiero" sutilmente abandonado a su oído y un abrazo cálido como el primero y único como todos.
Desliza su mano hasta la mejilla de ella y la atrae hacia sí, al tiempo que seca sus lágrimas.
La besa. La besa y ya no importa nada, ya no existe el mundo alrededor. Ya no hay nada que no sean ellos y su pequeño espacio.
Se miran y sonríen. Son felices y lo saben.


"Llévame a ese lugar dónde no volvamos a estar tristes."