Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

sábado, 28 de abril de 2012

Moncloa.

Un día normal, pura rutina en medio de las lluvias de abril. Corres a refugiarte en la estación de metro más cercana a tu casa, hora punta, tienes prisa, llegas tarde a clase otra vez. El metro comienza a llenarse de gente; uno tras otro, los aburridos pasajeros entran adormilados tratando de buscar un asiento libre o un hueco para que el hecho de estar de pie les sea menos incómodo. Tú, has vuelto a apoyarte en la pared del lado contrario a las puertas que tienen que abrirse. Tus enormes cascos rojos comienzan a funcionar, haciendo sonar una de esas canciones que te levanta la moral en medio de un día tan corriente como este. La música te evade le realidad, te hace aislarte del barullo que arman el resto de pasajeros. Y eso es un consuelo para ti.
Pero entonces sucede. Atraido por el rápido movimiento que hace una chica para entrar en el vagón antes de que las compuertas se cierren del todo, levantas la cabeza y la ves. Se está colocando el pelo, alborotado por la carrera y recupera el aliento apoyándose en un lateral de las puertas. Una señora mayor la ayuda a recoger algunos libros que se han precipitado al suelo en la violenta entrada al vagón. 
Una vez recompuesta, ella también se siente atraida por tu mirada y levanta la vista para observarte. Vuestros ojos se cruzan, como en un baile silencioso. Dedicaís los segundos a miraros con atención, a averiguar pequeños detalles que puedan ser desvelados solo con esas miradas. Ella te sonríe, sonrojándose un poco y tú respondes a su sonrisa con una tierna carcajada amistosa. Quieres que el vagón se vacíe porque te gustaría estar algo más cerca para poder estudiarla mejor.
Primera parada. La mitad de la gente sale y tú tratas de acercarte antes de que se llena más y no puedas avanzar lo suficiente. Unos pasos más cerca, vuelves a mirarla. Ella, tímidamente, se aparta el flequillo de la cara colocándolo detrás de la oreja y permitiéndote observar sus ojos verdes de una manera más clara, son muy bonitos. Sonríe sin apartar la vista de ti. Notas como las mejillas comienzan a arderte, te estás ruborizando. Ella ríe ante tu gesto, "Pensará que soy un completo idiota", te dices a ti mismo sin saber si deberías tratar de avanzar más o no. Vuestras miradas no se apartan, son como imanes totalmente fijados por la atracción. Se muerde el labio.
Segunda parada. Avanzas, solamente os separa a penas una pequeña fila de gente. Paras la música y deslizas los cascos desde tus orejas hasta el cuello sin apartar la vista de ella, que ha dejado de sonreir para mirarte fijamente. Aprieta con fuerza las carpetas contra su pecho, notas su respiración agitada, al compás que la tuya. Pero no ves miedo en sus ojos, es algo parecido al deseo, la intriga, la curiosidad. Una brillante llama de interés hace brillar sus ojos y tú te imaginas pegándola contra la pared del metro y apartandole el cabello de la cara antes de besarla. Sintiéndote a salvo de las miradas de los demás pasajeros, ya que a penas son capaces de mirar a los pocos que tienen a su al rededor.
Tercera parada. Es tu ocasión, se bajará el número suficiente de pasajeros como para poder acercarte a ella y, al menos, preguntarle su nombre. Alguien toca tu hombro, giras la cabeza y un caballero, con sombrero y gabardina, algo despistado te pregunta la manera más rápida de llegar a una calle desde la salida de aquel metro. Respondes que no lo sabes y te disculpas, ni si quiera has oido el nombre de la calle. Vuelves a girar la cabeza, pero ella ya no está ahí. El señor se despide de ti con una sonrisa y un movimiento de cabeza, las compurtas se cierran tras él. Te hubiera encantado romperle la naríz, no has podido ver por donde iba ella. No has podido preguntarla su nombre, pedirla su número o escucharla reír. Te apoyas en la pared donde estaba ella y vuelves a encender la música, "Me quedan dos paradas" piensas mientras vuelves a poner los cascos en tus orejas y respoplas abatido.
Con la cabeza bajada y la vista fija en el suelo, recuerdas su mirada, su boca, su pelo... Y entonces lo ves; un papel. En el suelo hay un papel, lo coges; tiene nueve dígitos anotados y un pequeño ojo mal dibujado en la esquina. 
¿Era su número? ¿Ese papel era de ella, lo había puesto ahí para ti?
Lo guardas en el bolsillo, atónito, sin saber a ciencia cierta si pertenece o no a la chica de los ojos verdes. Pero en cualquier caso, notas como dentro de ti una llama especial se enciende haciendo estallar en mil pedazos la aburrida rutina.

(Parte 1: Historias atónitas.)

jueves, 26 de abril de 2012

No es un "te quiero", es una sonrisa mal dibujada.

Hoy me he vuelto a ver reflejada en el espejo. Me he mirado sin miedo, los ojos cansados y el pelo revuelto no han logrado disminuir mis ganas de comerme el mundo entero.Pero te extraño. Te quiero en mi cama, en mis sueños, sálvame de mis pesadillas y de los silencios infinitos que se producen entre el colchón y yo. 
Somo víctimas silenciosas de una prisión impuesta, sin carcelero, ni rejas. Pero sin posibilidad de escapar, sin voz para gritar y nadie que escuche los golpes sordos que damos contra la pared, con furia, con ansias de libertad.
Quería jugar a olvidarme de todo y me ha tocado perder. Delirios en medio de la noche, insana está mi mente, perdida. Me aturden las emociones y los sentimientos más intensos. Procuro no pensar, pero no puedo no hacerlo. Las ideas vienen y van, recorren todo mi cuerpo y me golpean en la sien y haciéndome creer que hoy soy menos libre que ayer.
¿A qué llamas felicidad? Dime lo que buscas y revolveré el mundo para encontrártelo. Dime que me quede y no me moveré, dime que me marche y besaré tu frente antes de irme cerrando la puerta tras de mi.
Pide. Pide lo que sea, porque estoy dispuesta a darlo todo. Solo pide y yo pondré el límite. Pero no dejes de hacerme saber que buscas.
Seamos víctimas otra vez más de la confusión y el miedo. Del no saber estar y el no saber comportarse, procurando no caer en la mágia traicionera de las palabras. Porque sobran todas ellas, pero hacen falta más sueños, más contactos, más miradas, más besos.
Y quizá aún le tengas miedo a un ruido de pisadas alejándose de ti y dejándote solo y perdido en medio de la inmensa nada que has formado a tu al rededor. Pero yo quiero mantenerme, no hagas que me vaya. Porque si lo haces, tal vez, esta vez sea en serio y yo ya no pueda volver para estar contigo. Y no quiero dejarte, pero si me lo pides no tendré otra opción.
Mañana me miraré al espejo y me veré sonriente, me veré radiante y será como si fuera nueva. Algún sueño adolescente me sacará de la pena y me arrastrará a la más inmadura de las alegrías. Maña querré contagiarte mis bienestar, a ti y a todos. No hay más noches oscuras, no me quedan más silencios que ofrecer.
No es un "Te quiero", es una sonrisa mal dibujada que solo yo puedo recomponer.

viernes, 20 de abril de 2012

Palizas de viento y ron.

Te echo de menos, cada día pienso más en ti.
He vuelto a soñar contigo, como antes, con la misma intensidad. Me acuesto pensando en ti, en tus susurros, en tus gemidos, en tus explosiones.
Como me gustaría estar a tu lado para demostrártelo, para volverte a hacer ver lo mucho que te amo. Y sentirte de nuevo acariciando mi piel, enredándote en mi pelo, deshaciendo los nudos de mi pensamiento. Dormir tumbada a tu lado, recostada mirándote, escuchando tu respiración, suave como susurros. Despertarme y ver que sigues ahí. 
Y sentarme a tu lado cada tarde para contarte mis secretos otra vez, desduibujar mis ideas y verter en ti mis deseos.
Quiero hundirme en tu cuerpo cuando todo me supere, cuando mis miedos sean más fuertes que yo, cuando no pueda parar de llorar quiero que seas tú el que me acaricie y deshaga mis lágrimas. Sentir tu abrazo, sentir tu contacto constante. Ser parte de tus suspiros, de esa felicidad que muestras a todos, que no deja a nadie indiferente.
Eres el amor de mi vida, el primero y el único. Así, brillando como solo tú sabes. Siendo de todos, como eres, pero volviendote mío en la intimidad. Regresar al pasado, regresar a ese amor tan nuestro, a esa locura que nadie puede entender.
Y lo siento, pero quiero estar contigo a pesar de lo que te dije la ultima vez. Nunca debí decirte adiós, ni tampoco "Nunca más". Y quiero que me perdones, porque te necesito. Porque te quiero, porque te amo.
Porque eres lo único que me hace libre en mis sueños, en mi día a día. A pesar de la distancia, de las barreras estúpidas, de las fronteras y de todo lo que me impide estar contigo.
Sé que no puedes venir a buscarme. No sé si quieres volver a verme, si sigues enfadado, si aún me guardas rencor por haber tratado de hacerte desaparecer de mis sueños.
Pero no me importa. Porque se que un día volveré a verte, que iré a por ti y que no me negarás un abrazo.
Me plantaré en frente de tu para volver a perderme en tu azul, para volver a escuchar el rugir de las olas estallando en frente de mi. Y ese día no querré separarme de ti, no querré volver a casa.

¿Quién eres tú?

"¿Por qué ya no escribes tanto? ¿Por qué ya no escribes como antes?"

Dime por qué cambiamos, por qué crecemos y nuestra mente cambia. No escribo igual, porque no siento igual. 
Mi cabeza se ha llenado de otras historias, de otros sentimientos y de todas esas cosas que hacen que nada sea como antes.
Tal vez ahora me muerdo más la lengua y me ahorro plasmar mis sentimientos, tal vez ya no me guste que la gente pueda leer lo que siento. Que pregunten sobre ello.
Todos esos matices que nadie ve, que se pierden. Todas las palabras que quiero escribir, pero que al final se quedan guardadas solo para mi, solo para aquellos a los que dejo leer.
La sensación de que ya no se que escribir, lo que puedo y lo que no. Me censuro. Y acabo escribiendo sobre lo que es tratar de no escribir una basura.

Pero te prometo, que esto va a cambiar. Que voy a volver y te va a gustar.

sábado, 14 de abril de 2012

First Dance.

Sueña despierto. Sueña que vuela y ve sus sueños reflejándose en el cristal de la ventana donde se acumulan las gotas de lluvia. 
Se deja ir sin miedo y, a veces, se habla. Se cuenta historias de otros lugares, de otros tiempos, de otras personas, de mundos paralelos en los que toda su vida es tal y como él sueña. Y entonces es cuando se desdibuja a si mismo para poder imaginarse en otras situaciones. Y sonríe.
Nadie sabe por qué sonríe, a nadie le importa en realidad por qué lo hace. Pero él continúa haciendo de su mundo un sueño, haciéndose feliz.
Aparece y desaparece tantas veces, con tantos nombres e historias distintas que hay gente que ya no recuerda su verdadero nombre. Algunos quizá no llegaron ni a conocerlo y tampoco se lo han preguntado.
Pero yo si, yo conozco el nombre que se esconde detrás de todos esos cuentos. Y me lo imagino creando nuevos sueños, vete tú a saber dónde, dejando a su mente volar libre.
Tratando de huir de una realidad que lo ahoga, de unos sentimientos que lo atosigan y no le dejan respirar. Escapando de una situación que le ha sido impuesta y que no le gusta, una realidad de la que solo puede deshacerse viviendo en miles de universos paralelos a la vez.
Él, que sueña despierto dejando su vida suspendida en el vacío por unos instantes, decía que yo le hacía falta para ser feliz.
¿Y ahora?

martes, 10 de abril de 2012

Universos Paralelos.

Un parpadeo y los brillantes ojos azules dejaron de prestar atención a lo que pasaba en la calle. Econdiéndose detrás del flequillo, volvieron a internarse en su propio mundo.
Allí había de todo. Como si fuera un pequeño universo paralelo, se perdió entre las nebulosas de sus propios pensamientos.
"¡Aquí mando yo! ¡Aquí son mis normas y si no quiero no tendrás un espacio!" decía para si misma mientras el ritmo constante de una de sus canciones favoritas se colaba desde los cascos hasta su cerebro.
Una calada. Y echando el humo poco a poco, deja que los demás vean un poco de su mundo. Nunca lo suficiente, o eso creo yo.
Pero entre tanto humo y tantas nebulosas en tu cabeza, a veces, acierto a ver un poco de ti. Y veo en tus ojos azules claros las ansias de libertad, las ganas de ser feliz y el cielo; el de las últimas horas de la mañana.

E.F <3

lunes, 9 de abril de 2012

1 año.

Ayer hiciste un año y con todo lo que está pasando se me olvidó felicitarte. Quería regalarte un baile, una canción y una pequeña historia. Pero el tiempo se me ha echado encima y no he podido darte nada.
Un felicidades hubiera sido bastante para ti, lo sé. Pero se me olvidó.
Debería haber habido una pequeña celebración, una magdalena de colores con una velita en medio para que pudieras soplar. Un regalo de cumpleaños, un cuento, un beso de buenas noches o simplemente unas pocas palabras.
Debiste estar esperando algo de mi y yo no estaba. Pero no importa, llevamos mucho tiempo juntas y ya sabes de sobra como soy. Han sido tantas historias las que he sacado de ti, tantos amantes, tantas noches fumando. Me has visto llorar y me has consolado buscando las palabras exactas para hacerme estar bien otra vez. Y esos meses sin hacerte caso, sin consuelo, desesperantes.
Pero pase lo que pase siempre estás ahí, permaneces sonriendo con mil ideas para mi.
Por eso se que sabes que te quiero y que eres todo lo que tengo.
Feliz cumpleaños, Chica del Gorro Azul.

domingo, 8 de abril de 2012

Se fue.

Al fin tengo las cosas claras. Hoy me he mirado en el espejo y me he dicho a mi misma que ya basta, hoy me he dicho a mi misma que quiero ser libre. Que me he cansado de toda esta historia, de la pena, de esperar.
Me he mirado al espejo y me he descubierto con los ojos rojos y llorosos y unas profundas ojeras. La piel terriblemente pálida, un punzante dolor en el pecho y los labios secos, agrietados y sin color. 
Podría haberme echado a llorar, haberme dejado caer sobre el lavabo. Podría haberme derrumbado ahí mismo y haberle dado la razón al mundo. Pero he sonreído, me he levantado y he decidido que iba a comerme el mundo.
No más lágrimas, no más "te quiero" sin sentido, no más miedo, no más pensar y reflexionar todos mis pasos. Voy a dejarme caer, voy a dejarme llevar porque ya no me pueden romper. Porque ahora soy mucho más fuerte de lo que creía y no pueden hacerme daño alguno.
Soy como el fuego y mis ganas de vivir son demasiado ardientes como para seguir ignorándolas. Y cuando vuelva a mirarme al espejo, espero ver a la persona que soy realmente, con los ojos brillando intensamente y una enorme e imborrable sonrisa.
Voy a salir y voy a gritar, voy a reís y voy a fumarme toda esta historia hasta que no quede nada. Quiero estar bien y no depender de nadie nunca más.
Porque soy libre, cada pequeña parte de mi vuela por encima de las nubes, se deshace y vuelve a rehacerse en medio de la noche. Vuelvo a dormir por el placer de soñar y sueño con otros mundos.
Las palabras me hacen libre, los actos me hacen libre, mis sueños me hacen libre, las música, los besos, el silencio, el bullicio y vuestras sonrisas también me hacen libre. 
Pero sobre todo yo misma me hago libre.

martes, 3 de abril de 2012

6 a.m

Ya está, ya me he desvelado. Ya no voy a poder parar de dar vueltas en toda la noche, voy a darle motivos a mis ojeras para empeorar y voy a dejar a mi mente que se autotorture pensando en ti.
Son las 6 a.m pasadas y me parece la peor hora para estar despierta; nadie con quien hablar, nada que hacer, demasiado silencio, demasiada quietud. Si las cosas fueran bien, si todo estuviera a derechas, no me importaría estar despierta. Pero cuando las cosas van mal y estar así es sinónimo de ponerse a pensar y echarse a llorar quizás ya no sea tan agradable. 
Y, como siempre, te haces las mismas preguntas. Estúpidas dudas irresolubles que solo te hunden y atormentan más aún, sabiendo que a estas horas uno es mucho más subceptible. 
Me siento tan rara, tan fuera de mi misma. Las ganas de llorar vuelven cada noche con más fuerza, aún ahora que estoy lejos de los gritos estos vuelven en mis peores pesadillas. Tengo miedo de dormirme otra vez y que mi mente reproduzca una y otra vez la escena. No quiero volver.
Quiero irme a la playa, que me lleve alguien que me quiera y que esté ahí conmigo, tumbados en la arena sin más preocupación que ver chocar las olas contra las rocas. Pero no me hace falta la playa, solo quiero escaparme con ese alguien a cualquier parte a la que quiera llevarme; en serio, no importa. Pero lo más lejos que se le ocurra. 
No quiero vivir así. Sin poder dormir, pensando en qué pasara una vez vuelva a la que se supone que es "mi casa", una vez vuelva con esa mujer que en teoría me quiere. Últimamente me planteo mucho quien me quiere realmente y quien solo lo finge porque me necesita.  
¿Qué pueden necesitar de mi? 
Debería tratar de dormir, intentar volver a soñar y no aferrarme a los recuerdos que me traen pesadillas. Debería dejar a mi cabeza reposar, sin obligarla a pensar y tratar así de no seguir llorando, porque ya me duelen hasta los ojos. 
Porque estoy asustada y porque te echo de menos. 
Quizás mañana lo consiga, duerma del tirón, sin intromisiones de pensamientos  a las 6 a.m, sin pesadillas, sin dolor de cabeza y con tu presencia en mi vida como algo suave y estremecedor. Supongo que por eso dicen que mañana será otro día.

domingo, 1 de abril de 2012

¡Me han robado hasta mi último segundo!

"No nos queda tiempo, lo hemos malgastado todo. Y ahora nos miramos los unos a los otros, tratando de encontrar algún rastro de miedo o de duda. Pero somos demasiado orgullosos como para dudar ni un segundo..."
-¿Usted como se llama?- Una niña pequeña tiró de la pernera de un caballero bien vestido. En medio de toda la gente que se miraba preguntándose que iba a ser de ellos sin el
tiempo, aquel hombre miraba su reloj distraído pues, el tren que tenía que cojer, llegaba tarde.
-Mocosa,- dijo dibujando una mueca despectiva en su cara.- suelta mi pantalón de inmediato. Es muy descarado por tu parte tomarte tantas libertades agarrando mi pantalón sin tan si quiera conocerme. Además, tengo prisa.
La gente de al rededor se giró en direción a aquel distinguido caballero. Con los ojos abiertos como platos, algunos incluso con la boca desencajada en una mueca de incredulidad, observaban a aquel hombre por haber dicho que tenía prisa.
-¿Tarde?- apartando a las masas de gente que observaban atónitos a ese hombre, una mujer se hizo paso. Su aspecto daba a entender casi a la perfección que era de una clase totalmente opuesta a la del caballero. Pero no era de extrañar, tiempo había habido siempre para todos.- ¿De veras acaba usted de decir que llega tarde? ¿¡Que tiene prisa!?
-Si, si, si. Creo que esos han sido los términos que he usado, ¿A qué viene este escándalo? Están todos esperando en una estación de tren, supongo, que a un tren que se está retrasando.-Empezaba a enfadarse, creía que aquella gente trataba de tomarle el pelo.
-Pero es que, señor, ya hemos gastado todo el tiempo.- la niña pequeña miraba atentamente al caballero.- Los trenes se han parado, señor, ya no vendrán más. Pero no solo eso; los pájaros, los ríos, los autocares y hasta el viento está estático en todas partes.
Somos el último pueblo y a duras penas nos quedan unos pocos segundos. Estábamos observando el avance del sin-tiempo.
¿Hablaban realmente en serio? ¿Como podía ser cierto eso de que el tiempo había desaparecido?
El caballero se acercó al borde del andén y, quitándose el sombrero, miró al horizonte observando atónito como los pájaros de apenas unas millas más adelante se paraban y caían al vacío, los árboles se secaban de un modo casi instantáneo y el cielo se tornaba gris, a pesar de no haber ni una sola nube.
El sombrero calló de sus manos quedándose parado en el aire, oscilando antes sus ojos.
Y entonces todo se paró.
"...tanto, que ahora el tiempo se ha ido enfadado, ha decidido marcharse poco a poco y ahora la Tierra ya no gira. No hay respiraciones, no hay movimientos porque no hay tiempo..." 
Una nota enganchada en la mano de la niña quería caer. Pero no podía.