Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Actuas, actuas y actuas porque sabes que a nadie le importa conocerte.

Interpreto a diario el papel de mi vida, desde que me levanto hasta que me acuerdo adopto el papel de una chica conforme con todo lo que pasa a su al rededor que intenta ocultarle a la mujer con la que vive que la odia y que no es capáz de pedirle a su padre que la lleve con él y sus hermanos.
Esta chica llora cada noche en silencio y no hace más que planear como y cuando se marchará sin avisar a cualquier parte. Ella sabe que le quedan solo dos años en esa casa, pero siente que se ahoga. No puede más. Pero esos son los matices realistas que le aporto al papel.
En realidad ella va de dura, va de fuerte y de que todo se la suda bastante. Pero tiene miedo de que alguien, cualquiera, traspase su coraza y descubra que en realidad le da pánico la gente y el daño que esta pueda hacerle.
Hace tiempo que tiene en mente (y en los pulmones) alguna que otra droga dañina. Cree que estas pueden evadirla de todo y cuando no puede conseguirlas se apoya en la música que cree que la entiende más que la mayoría de las personas. Y no se equivoca.
Hace creer a todo el mundo que  no quiere enamorarse, que solo le interesa el sexo y la pasión, el amor libre. En realidad no se quiere enamorar por que duda de si misma y de su capacidad de estar con una persona sin hacer algo mal. Cuando se enamora, se endurece y comienza a ser bastante desagradable con la persona de la que "no está enamorada" con argumentos del tipo; "soy una zorra", "mejor olvidarlo", "No insistas, en serio, es lo mejor..." pero muere por que alguien aparezca un día de lluvia y la obligue a bailar. Pero hasta la fecha eso no ha pasado y a aprendido a odiar el baile, pero nunca la lluvia.
Disfruta mirando fotos de cuando era pequeñita en las que sale con sus hermanos, primos, tíos o padres porque sabe que en esas fotos sonríe porque tiene ganas de sonreír y no porque es lo que tiene que hacer. Llora cuando se pone a ver esas fotos, pero es un llanto que la hace sentirse mejor consigo misma y con el mundo.
Odia quejarse, si, pero no hace otra cosa. Puede tirarse horas encerrada en su cuarto quejándose siempre para si misma y si llega a alguna conclusión la anota en un cuaderno que su madrina la trajo de uno de sus viajes. Antes lo hacía en un cuaderno granate de Renfe "Madrid-Valencia" que le regaló a una de las pocas personas que realmente aprecia por su cumpleaños. Hecha mucho de menos ese cuaderno y lo que había dentro.
Siente una extraña atracción hacia el fuego y quiere ver su casa arder con todos los recuerdos de su vida dentro. Lo único que le gusta más que eso es meterse vestida en la bañera y pasarse allí horas. Algún día alguien la encontrará allí y ella tendrá que dar muchas explicaciones.
No le gusta dar explicaciones y lo único que busca es alquien con quien mantener largas charlas sobre cosas sin sentido porque sabe que, llegado el momento, podrá contarle a esa persona quién es o podrá pedirle ayuda para averiguarlo.
Quiere ser actriz y que la gente recuerde sus papeles y no su historia, porque no le gusta esta. Aborrece el pasado y el presente, pero confía en el futuro a pesar de todo.
Tiene, o cree tener, amigos pero estos ignoran muchas cosas de ella y cuando la ven llorar y no reír, siente que todo se va a la mierda.
A veces se sienta en el cesped de cualquier parte y piensa historias sobre las personas que ve. Suelen ser buenas historias, algunas las escribe en su blog. Otras se las calla, son demasiado tristes.
Solo quiere se un poco más feliz cuando se levanta de la cama en la que se refugia pensando "Aquí no llegan los gritos. Aquí solo mando yo y mis sueños, nadie más tiene poder en mi cama."
Cuando es realmente ella se muerde el labio, ahí no actua. Pero eso no lo sabe nadie.
Y este es el papel de mi vida. El papel es malo, pero se ajusta a mi perfil.

martes, 27 de diciembre de 2011

Tu respiración sobre mi piel, tan tentadora...

Amor abrasivo, aplastante, incontenible, sin miedos y sin barreras. Algo por lo que merezca la pena sufrir y llorar. Que vaya a aportarte más de lo que vas a dejar para que siga adelante. 
Amor caprichoso, tierno, dulce, ingenuo, sin limites, sin principio ni fin.
Ciego, basado en el tacto. En caricias, en susurros, en besos, en mordiscos. Un amor que pueda prescindir de la vista. Que te revuelva la cabeza y te deje una sensación de vacío en el estomago cuando se acabe.
Seguro de si mismo, permitiéndote avanzar entre todo y a través de un campo de minas con los ojos vendados. 
Aportándote la fuerza que necesitas para avanzar hasta un final que no ves llegar. Y te encanta.


¿Que pides? Si tienes todo al alcance de tu mano. Si tu corazón se acelera con un solo roce de sus dedos porque has preferido dejarte llevar a dejarlo pasar. Ese tipo de emociones que te estás ofreciendo al permitirte sentir, al dejarte ser feliz de un modo distinto. De una manera bonita y brillante.
Un amor de esos que te obliga a olvidarlo todo erizándote el vello de la nuca al sentir su respiración sobre tu piel, sus manos en tu mejilla y sus labios a apenas unos milímetros de distancia.
Eso a lo que llaman locura.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Time to run away.

Vas un día paseando tranquilamente por la calle. La gente al rededor no te mira, no te siente. Es como si realmente no existieras. A nadie le importa que estás ahí.
Pero no es a eso a lo que voy, no eso no.
Vas andando, te paras en algún que otro escaparate y lo miras sin demasiado entusiasmo. Unos cinco minutos después, llegas a un parque; Es un sitio precioso. Por donde quiera que mires ves hojas volando desde las copas de los árboles hasta el suelo. Los tonos otoñales se apoderan de todo a tu alrededor y tú te dejas envolver sonriendo. Solo porque es perfecto, solo porque nada ni nadie pueden romper la paz que te inspira ese sitio. Es genial, casi mágico.
Entras en el parque y buscas con la mirada un sitio que parezca cómodo para sentarte y escribir, leer, dibujar, o, simplemente, para mirar a la gente que pasa como tú desprevenida por el parque.
Encuentras un sitio, lo ves de frente y te dices a ti mismo "ese es el sitio, ahí quiero quedarme". Te encaminas hacia allí y tomas una fuerte bocanada de aire.
Te sientas debajo de un árbol y observas, durante unos segundos, que a los pies de este está todo cubierto de unas preciosas hojas amarillas que reflejan el sol haciendo del ese lugar algo brillante y luminoso. El frío te saca de tus pensamientos y con un soplo de aire te pide que mires el reloj. En una hora y media anochecerá y, seguramente, tú, seguirás ahí quieto. Como si esperases a alguien, pero ese alguien no va a ir a verte y tú solo tienes que encargarte de estar bien. Pero el sitio ayuda.
Sacas tu libreta de la mochila; sacas un lápiz, una goma y te tomas un chicle. Es de fresa, te gusta.
Balanceas el lápiz entre tus dedos, pensando con calma qué quieres hacer. Podrías dibujar el sitio en el que estás pero eso siempre te sale mal y te enfadas contigo mismo. Tal vez escribir sobre él describiéndolo con exactitud, pero no lo haces porque sabes que el resultado no será satisfactorio. Resoplas y te bloqueas, apoyas sobre tus piernas el cuaderno y el lápiz y cierras los ojos. El viento te golpea en la cara, te despeina, te acaricia y te susurra cosas que no puedes entender. Pero estás bien, muy bien, increiblemente bien. Sonríes otra vez y te das cuenta de que no oyes nada. 
¿Nada? Nada.
No hay gritos de niños jugando, ni el rumor de el viento entre las hojas de los árboles... nada es nada. Ni si quiera te escuchas respirar, ni tus latidos. Y entonces algo toca tu hombro y abres los ojos. Se te ha hecho increiblemente tarde, quedan unos minutos para que atardezca y se vaya la luz por completo. Te pones de pie y corres hacia la estación de tren. Calle abajo el viento te golpea con fuerza, como queriendo rogarte que retrocedas y vuelvas al parque para que pueda mecerte y dejarte dormida. Pero tienes que decirle que no, que tienes que volver a casa o se hará muy tarde y será peor. El viento deja de frenarte y tú aceleras el paso, finalmente llegas a la estación y coges a tiempo tu tren. Subes y buscas un sitio de cara a las luces del atardecer, para poder mirarlas. Te prometes a ti mismo que no te quedarás dormida y que estarás pendiente de como la tierra se traga al sol. Lo consigues, sientes que lo vas a conseguir. Y miras hipnotizado el horizonte.
Pero bajas la vista, solo por un segundo en el que miras tontamente una hojita amarilla enganchada en tu jersey. Y para cuando levantas la vista ya no está el sol. Solo queda una última luz que te golpea con fuerza en la cara. Te has perdido el atardecer.  Tienes las luces pero no el sol entrando en la tierra. Entonces suspiras y apoyas la cabeza en el cristal, abatido, diciéndote a ti mismo "otra vez será". Y ,pensando que mañana volverás a Madrid solo para retar al sol con la mirada, cierras los ojos unos instantes antes de que una voz repetitiva anuncie la siguiente parada.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Te quiero un huevo.

Me regalas tu existencia, tus animos infinitos y tus ganas de vivir día tras día. Princesa de amplia sonrisa que me obliga a pensar, a pararme y a ser mejor. Y si no lo consigues dices cualquier cosa que sabes me va a hacer cambiar de actitud. No te ha importado darme golpes de palabras cuando yo estaba más perdida.
Muchas veces he intentado escribir para gente concreta, Fons, esta es tu tercera entrada y aún podría escribirte a ti cada año por tu cumpleaños. Eres genial y eso siempre es una gran inspiración.
Te quiero un huevo, cada día más, con sus mariconadas y todo.

domingo, 18 de diciembre de 2011

En ocasiones me digo a mi misma que soy fuerte, en ocasiones me despierto y sé que no soy nada valiente.

Aprendí a cantar, a mejorar y a olvidarme de todo lo demás.
Aprendí a alzar a la voz, a guardar solo lo mejor de todo lo que me pasaba siempre y que, casi nunca, era bueno. Aprendí que tu sonrisa era el mejor color para vestirme.
Y ahora no puedo olvidarte y no puedo mejorarme, mi cabeza ya no cambia esta quieta donde está, es un objeto inamovible destinado a la más absurda soledad.
Nadie mira hacia atrás sin tener una razón, un motivo, un "algo" por lo que poder hacerlo. Y tú me ofreces un momento de silencio y una pequeña reflexión antes de volver a casa para quemar mi habitación conmigo. Y recuerdo las formas de tu boca, y la cama y el colchon que se juntan desesperadamente impacientadas queriendo regrese yo. Y ahora una foto en blanco que hace como 30 años hizo un hombre viejo capturando la sonrisa de un bebé que acababa de nacer hace apenas dos días, me mira desde la mesilla y espera que ahora sea yo quien sonría.
Somos victimas los dos, tú de mis tonterías y yo de tu estúpidas sin razón, tus cambios de humor, tus "Ahora te quiero, mañana ya no". Y de aquellas mil historias que nos hicieron creer, somos víctimas los dos.
¿Qué puedes tú saber? ¿Qué me vas a responder? Si apenas recuerdas lo que me dijiste antes de ayer. Si nunca has jugado a atrapar el viento y te importa más bien poco si crezco o me quedo quieta en un mundo pequeño.
Me quedaré de nuevo con las ganas de decirte "Te eché de menos", de abrazarme a la locura y de dormir cuando tengo mucho sueño.
Mis miedos pesan mucho, pesan más que todo eso y a nadie parece importarle que haya tirado la toalla y no quiera seguir monitorizándome. Así llamo a mis ideas dirigidas, las que me reflejan y las que no lo hacen, son todas parte de una monitorización de mierda de mi vida. 
Me desespero con nada y nada es lo que me importa que quieras seguir escribiéndome historias.

"Proyectos de Futuro."

Hace tres días volví a ver a Jack, pero ya no parecía el mismo. Estaba nervioso, miraba a todas partes como si alguiene stubiera persiguíendole y se rascaba los brazos. Tenía unas ojeras muy marcadas y los labios amoratados.
-Hey tío,-me dijo tirándose al suelo- nunca más, lo juro. Pero quiero las últimas dósis y Ana me dijo que tú tenías.
No tenía ni idea de lo que me estaba contando, pero sabía que no podía ayudarle.
-Jack, tío... ¿quién es Ana?
-¡Ana, joder, Ana! ¿Cómo no puedes saber quien es Ana?
Le miré un instante, se había encogido y temblaba. Metí la mano en el bolsillo de mi chupa y saqué la pitillera de plata que me había regalado mi abuelo un año atrás. Cogí un cigarrillo y, después de guardarme la pitillera, lo encendí dándole una larga calada. "¿Ana...?" No sabía quien era Ana y no lo supe hasta un tiempo después.
-Tío, no se quien es Ana y no se que te tengo que dar...
-¡No me mientas!- Se puso de pie de un salto, como si hubiera recuperado las fuerzas de golpe.- ¡Tú tienes mis putas drogas y quiero que me las des de una puta vez!
Se abalanzó sobre mi agarrándome de la camisa, mi cigarro cayó al suelo. Los ojos de Jack estaban salidos de sus órbitas y enrojecidos. Drogas, eso buscaba de mi. Pero hacía ya casi siete meses que yo me había quitado de todas esas mierdas, ya no traficaba con nada y no podía ayudarle.
-Jack, no tengo nada. Lo he dejado. Y tú deberías hacer lo mismo...
Jack no quería escucharme, sin ninguna palabra más se largó. Con las manos metidas en los bolsillos, cabizbajo y nervioso.
Cuatro semanas después una chica llamó a mi puerta. Llorosa y totalmente pálida se presentó bajo el nombre de Ana, diciendo que Jack había muerto de sobre dosis y gritando mi nombre.

martes, 13 de diciembre de 2011

Martes 13.

Hoy te he vuelto a ver, reflejado en la niebla, dibujado en el humo. Te he visto y he sonreido y luego he llorado. 
Malditos reflejos y malas costumbres. 

Te quiero, no aciertas a saber cuanto. Y yo no acierto a saber cuando podré hacértelo entender. Lo estoy dejando todo atrás y estoy convencida de que aparecerás y no sabrás que decirme. Y aunque lo supieras yo no sabría tampoco que hacer, como reacionar, que decir.
Me impongo a mi misma fechas que no puedo cumplir. Puedo esperarte una eternidad, pero en algún momento tendré que volver a vivir. Es muy nuestro eso de torturarnos, tú también lo has hecho miles de veces y lo sabes.
Pienso mucho en ti, pienso tanto en ti que me siento gilipollas. Y los demás lo saben, o lo intuyen. Esto que me pasa no es normal, no es decente. Es solo una mierda.
Pero todos hemos estado jodidos alguna vez.
Todos hemos escrito cartas confesándolo todo que nunca hemos enviado, pues bien yo no se escribir cartas. Pero se confesarme a mi misma cada suspiro y cada cosa que siento aunque no sepa explicármelas.
Soy estúpida y lo se. Muchos sabemos como de estúpidos somos, lo admitimos aunque solo sea para nosotros mismos y eso nos hace valientes.
Pero nunca confesaríamos que tenemos miedo a muchas miles y millones de cosas. Eso no nos hace cobardes, solo nos hace simples imbéciles.
Te echo de menos, aunque solo sea por tus tonterías. Y a nadie más he llamado tonto, nunca.
Pero no era eso lo que quería contar. Me prometí a mi misma dejar de escribir sobre cosas que no importan a nadie y no he sido capaz de hacerlo. Y me lo volveré a prometer y lo volveré a incumplir, soy así.
Si solo por un casual lees esto y sabes que va dirigido a ti, si lo lees aunque solo sea por encima y no eres capaz, aún y después de todo, de entender lo que quiero decir lo siento pero nadie me ha enseñado a contar las cosas que quiero decir.
Pero eso no cambia nada, nunca lo ha hecho y seguiré escribiendo sandeces para quien quiera leerlas. Y si nadie quiere leerlas las escribiré para mi.
Leo en voz alta tus palabras y se me hace un nudo en la garganta. Puede que suene un poco a hija de puta, pero quiero producir en alguien lo mismo. Exactamente esto. Quiero desaparecer y que a alguien le importe, que me lea y sonría. 
Esas cosas que pasan en las películas en las que el protagonista recuerda al amor de su adolescencia y sale corriendo a buscarla, siempre la encuentra y ella ha cambiado. Pero la recupera y viven juntos. Algo así quiero, así como irreal.
Menuda gilipollez.
Como todo lo que escrbo ultimamente. Como todo alrededor, en realidad.
Pero bueno, no se como definirlo. Y seguir escribiendo va a ser seguir delirando.
Te quiero.

P.D: Martes 13 es un día de mala suerte y yo pensé que solo por eso decidirías volver. Así son mis supersticiones.

G.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Madrid.

Miro a ambos lados de la carretera antes de cruzar, no viene nadie. Subo el volumen de la música y cruzo en dirección a la parada del bus. Faltan 3 minutos aún para que llegue y eso sin contar con el retraso. Me apoyo en la marquesina y miro hacia abajo, moviendo la cabeza al compás de "She's Got Style". No soy capaz de oír los sonidos de la calle; los coches, la gente, los pasos, los ladridos y los maullidos quedan anulados a mi alrededor. 
Una señora me mira mal, mi música está muy alta y parece molesta. A mi me molesta su manera de mirarme, pero no tengo intención alguna de quejarme y decirla que deje de hacerlo.
Seamos justos ¿si yo no me meto contigo por qué ibas a meterte tú conmigo? 
Ya han pasado los 5 minutos, el bus está a punto de llegar. Pienso en ello y se me acelera el pulso, siempre me ha gustado viajar en bus sola. 
"Strawberry fields " comienza a sonar justo en el momento en el que el bus da la vuelta en la rotonda para acabar parando justo delante de mi. Subo y paso mi billete por la máquina que me lo devuelve con un "piiii" y una lucecita verde. Lo recojo y me dirijo con calma a los asientos traseros. Ahí nunca se sienta nadie y a mi me gusta viajar con las piernas estiradas. Sonrío para mi misma y me acomodo, el motor del bus ruge indicándome que va a arrancar.
25 minutos, aproximadamente es lo que tarda en llegar a Madrid. Sonrío otra vez; solo 25 minutos y estaré en Moncloa. 
Saco el móvil y sin desbloquearlo miro mi reflejo en la pequeña pantalla; me he pintado un poco y no estoy del todo convencida de mi aspecto. Las medias azules son bonitas, me gusta su color y quedan muy bien con la falda y las botas negras. "Seguro que en otro cuerpo quedarían mejor." me digo a mi misma mirando mis piernas. Suspiro, ya no hay vuelta atrás.
Me coloco el gorro cerrando los ojos, el balanceo del bus me adormece, es agradable. 
Últimos minutos, suena "Fisrt Dance" y casi automáticamente decido pasarla, pero me detengo a mi misma y cierro los ojos de nuevo.
No es justo ir a Madrid y tener la sensación de que vas sin motivo alguno.
El bus se para, las puertas se abren y yo espero calmada a que salgan todos de allí. Cuando no queda nadie me levanto y me dirijo a la puerta desperezándome poco a poco, un pequeño bostezo escapa de mi boca. 
Echo a andar hacia el metro, paso el billete, lo recojo y bajo las escaleras hasta el metro que acaba de parar. Menuda suerte.
Tengo que bajarme en sol, esa es mi parada. Pero me quedo en Plaza. Me bajo y subo las escaleras. Quiero ir al bar "Jamaica" y tomar allí una pequeña porción de tarta de chocolate, luego iré a Sol a pie. Está relativamente lejos, pero tengo tiempo.
Además el tiempo ya no me preocupa demasiado. En el bus perdí mis motivos para ir a Madrid, ahora solo queda esperar.