Odio quejarme.
Odio fumar sola, a escondidas y en público.
Odio estar sola cuando quiero estar con cualquier persona. Y odio que siempre haya alguien cuando necesito estar sola.
Odio llorar y agrandar mis problemas cuando hay gente pasandolo realmente mal.
Odio que no estar con quien me apetece y que la persona con la que me apetece estar no está aqui.
Odio suspirar y ahogarme.
Odio cosas que no tienen remedio.
Odio sentirme impotente.
Odio no poder abrazarme a nadie ahora mismo.
Odio no desconectarme para irme a dormir por esperar que aparezca alguien que consiga hacerme sonreir.
Odio morirme siete veces antes de darme cuenta de lo estúpido que es eso.
Odio no saber que me pasa cuando es evidente que me pasa tanto.
Odio la verdad casi tanto como mentir.
Odio no poder descargar mis besos en nadie.
Odio que el humo me produzca una sensación de paz inigualable.
Odio que me de vueltas la cabeza. No, eso no lo odio demasiado.
Odio las palabras "Te quiero" cuando van juntas y hacen daño.
Odio que el único sentido que tiene odiar sea perderme.
Odio encontrarme.
Odio disimular y finjir y odiar.
Odio no parecer yo.
Odio no saber quien es yo.
Odio mi ego.
Odio sus asuencias.
Odio todo aquello que tenga que ver con un sentimiento. Cualquiera.
Odio las máscaras.
Odio las apariencias.
Odio el orgullo y el miedo.
Odio a la gente que no entiende más que lo que lee.
Odio no poder volar.
Odio no tener ahora mismo un poco de droga.
Odio el silencio.
Odio el ruido.
Odio las contradicciones.
Odio gritar y odio no hacerlo.
Odio susurrar y odio no hacerlo.
Odio tener miedo.
Odio sentir frio en verano.
Odio no entender porqué estoy llorando.
Odio no ver bien la pantalla por culpa de las lágrimas, pero odiaría verla.
Odio sentirme una buena persona.
Odio sentirme una mala persona.
Odio el sitio donde estoy.
Odio, joder como odio, no estar ahora rodeada por ese tipo de brazos en los que te sientes cómoda.
Odio no saber querer. O tal vez lo que odio es aparentarlo.
Odio a los que se enamoran.
Odio a los que solo piensan en joder a los demás.
Odio ver como pasan las oportunidades más deliciosas.
Odio ser cobarde.
Odio admitir ser cobarde.
Odio que después de tantas cosas que odio, el odio haya perdido sentido.
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