Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

viernes, 29 de julio de 2011

El error del Ego.

Las luces eran del todo adecuadas en aquel lugar, la música llenaba el ambiente haciendo restallar los pies de la gente contra la pista de baile. A penas podías oir al resto del mundo, pero sabías que estaban ahí porque era casi imposible moverse sin golpear a alguien, o pisarlo, o rozarlo. Ese sitio estaba lleno hasta los topes de gente; niñatos que intentaban perder la virginidad a la desesperada, pijotas que se habían metido allí porque habían oido decir que ese sitio era "guay" o "cool", chicas que querían enseñar buenas que estaban, pero que se escandalizarían si las tocaras o las llamaras según lo apropiado de su atuendo...
Y allí metido estaba yo, buscando con la mirada la chica que tendría el placer de ser mía esa noche. No os creaís que hago estas cosas por fardar, no. Realmente sé que encontraré una chica que muera por besarme y si no muere por ello, consigo que lo haga.
Pero no había ido a ese lugar concretamente para eso, para encontrar una presa. Yo estaba allí por unas amigas, era el cumpleaños de una de ellas y quería invitarnos a tomar algo para celebrarlo. No entendía muy bien que pintaba yo allí con ellas, pero así podría buscar una de las diversiones que más placer puede producirle a un hombre, encontrar a una mujer perfecta para satisfacer sus deseos nocturnos.
Mis amigas hablaban distraidas y yo movía al compas de aquel ritmo repetitivo que tanto invitaba a bailar.
Comenzaba a aburrirme, no tenía nada que hacer allí. Las chicas tenía todas un aspecto bastante poco apetecible. 
Joder -me dije a mi mismo- para tocar a cualquiera de las criajas que hay aqui necesito por lo menos seis copas más...
Asique me acerqué a la barra con aire cansino para pedir un Daiquiri y me giré apoyandome en la barra para volver a observar la pista de baile con calma. Estaba tan metido en mi bebida que apenas me percaté, en un primer momento de aquellas perfectas curvas que se deslizaban por la pista de baile haciendo mover una bonita melena rubia que caia sobre un pecho perfecto. Cuando levanté la vista de mi copa y la vi una sonrisa casi perversa se dibujó en mi cara.
Esa, era esa la chica que yo buscaba. O por lo menos mi prototipo de la afortunada que podría acariciar y besar mi piel.
Su cara, sus curvas, su pelo, la manera de moverse, de sonreir y de saludar... ella iba a ser la víctima perfecta para mi lujuria, para mis deseos y para mi mismo. Yo disfrutaba dando placer y ella sonreía buscando ese placer.
Pensando esto me percaté de que me estaba mirando, ella también estaba estudiándome con la mirada. Sus ojos cargados de deseo me hicieron sonreir.
Ella también sonreía, me miraba de una forma totalmente distinta a la de todas las mujeres que me habían interesando en mi vida. Me miraba como sabiendo lo que yo quería y que ella tomaría el control. 
Me planteé la posibilidad de acercarme para entablar conversación, pero decidí esperar. Ella seguía bailando, para llamar mi atención, de un modo sensual y atractivo. Me apetecía ir allí y abrazar sus caderas, acompañándola en el baile. Creo que, por una vez en mi vida, era yo la presa y no el cazador. Pero no iba a perder la compostura, ella no debía saber que me habían debilitado sus movimientos.
Se acabó la canción y ella se giró con un rapido movimiento que levantó su vestido y clavó la mirada en mi, sin ningún tipo de disimulo. Tragué saliva e intenté poner la mejor de mis expresiones para recibirla.
Estaba ya a apenas unos metros de mi y sonreía con amplitud. Movía las caderas al andar de un lado al otro, a la vez que su melena. Era practicamente perfecta. Venía a por mi y esa noche la haría sentirse totalmente plena de caricias, mordiscos y placeres de lo más variados. Ella lo deseaba tanto o más que yo.
-Hola. -me dijo sonriendo. Su voz iba a corde con su cuerpo. Totalmente sensual.- Llevo un rato fijándome en vosotros y ¿Sabes? no he podido evitar ver a esa amiga tuya...
Se mordía el labio inferior picaramente mientras señalaba con la mirada a la más "mona" de las chicas que venían conmigo. 
-¿A mi amiga? -la miré confundido.- ¿Que pasa con ella?
-Me gusta. ¿Podrías presentármela? -sonrió con dulzura. Ella también buscaba placer, pero no en mi compañía.

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