Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

viernes, 29 de julio de 2011

Si me das una sonrisa, me sobra todo el mundo.

Dentro de poco hará aproximadamente un año y medio desde que te conozco. Digo aproximadamente porque, en esta edad tan tonta, a lo mejor es solo un año y yo vivo con la sensación de que hayan pasado seis.
Y como ha cambiado todo desde entonces. Has cambiado tú, he cambiado yo y el mundo sigue girando sin importarle nuestros cambios. ¿Sabes por qué no le importan? Porque a nosotros tampoco nos afectan demasiado. Seguimos andando siempre hacia delante, siempre orgullosos, siempre con la cabeza bien alta.
Que se nos vea.
Cuando te conocí era totalmente distinta a como soy hoy. No creo ni que fuera un mínimo prototipo de la persona en la que me convertido. A lo mejor eso no es del todo bueno.
Por esos días yo era más bajita, con el pelo más corto y las ideas mucho más ordenadas...
Creía en los cuentos de hadas y en los príncipes azules, creí que tú eras mi príncipe azul y que ibas a sacarme de todo. Es demasiado estúpido ahora, antes no.
Pero tú no ibas a ser mi principe azul y a lo mejor yo no necesitaba un príncipe, si no una princesa.
Por eso avancé y probé. Y me gustó.
No, por favor, no te lo tomes como una confesión. No creo que lo sepas y leerlo así tal vez sea algo chocante, pero eso fue lo que pasó.
Y aún sabiendo que tal vez quería "una" y no "uno" seguía pensando en ti. Pero ya no de la misma manera.
Tal vez me robaron la ternura, tal vez la abandone yo por completo, total ya no me hacía falta.
Porque ya no creía en los príncipes, ni en las princesas, ni en el amor ni, ni en los cuentos de hadas.
Ya no podía quererte, ahora solo podía desearte. Y tú no estabas hecho para el deseo. Me obligué a olvidarme de ti y si, continué hacia delante. Siempre, con la cabeza muy alta.
Y en este año y medio me he tropezado una y mil veces. Y no me he recuperado de todos esos golpes de costado que me han dado las situaciones. Yo no creo en el destino, creo que todos esos golpes me los he ganado a fuerza de decisiones. Creo que tú no compartes esta teoría conmigo, pero a lo mejor has cambiado en eso.
Y ahora no se quien soy. No acierto a entenderme, me pierden mis palabras y mis propios silencios me desmoralizan bastante.
Estoy enganchada a las fatídicas curvas de un trasto que me proporciona un colocón y una adicción mayor de lo que tú conseguiste... Que cruel ¿no?
Sabes que creo, que con el tiempo nos hemos vuelto todos más gilipollas. Hemos cambiado a bien, a mal, a bien, a mal, a bien, a mal...
Ahora mismo tú estás cambiando y yo estoy cambiando. Y cuando volvamos a cruzarnos ya no seremos los mismos. A pesar de que apenas haya pasado un segundo.

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