Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Él.

Ella estaba sentada en la cama, como siempre. Tenía la espalda apoyada en el cabecero y los ojos cerrados. Él, apoyado en el marco de la puerta, la miraba mordiéndose el labio inferior con gesto de culpabilidad.
Ella agachó la cabeza y se echó a llorar en silencio. Sus hombros se convulsionaban entre sollozo y sollozo.
-Oye yo...- silencio, solo eso. No sabía como terminar la frase. No sabía que decir o que hacer para que ella volviera a sonreir.- Te quiero...- musitó un instante antes de darse la vuelta y salir por la puerta, comenzando a bajar los escalones escuchó como la puerta de la habitación se cerraba tras de él y como la chica rompía a llorar golpeándo la puerta y tragándose un "lo siento".
Salió a la calle, colocándose la chaqueta y rebuscando entre los bolsillos de esta la cajetilla de tabaco y un mechero. Una vez hubo encendido en cigarro, notó como el amargo humo se mezclaba con las lágrimas que recorían sus mejillas. Hacía frío, mucho frío y él tenía un largo camino por recorrer. Si solo pudiera olvidarse de sus labios, de sus caderas, de la curvatura de su espalda. Pero no solo eso. Era todo de ella lo que retumbaba ahora en su cabeza.
"¿Cómo se puede querer tanto?" se preguntaba mientras tomaba otra calada. No lo entendía, necesitaba parar.
Se apoyó en un muro y expulsó el humo pensando en su pelo y en sus ojos. En sus manos, que lo habían acariciado miles de veces en medio de la oscuridad. La manera que tenía de morder su cuello haciéndole perder el control y dejarse arrastrar por el deseo.
Pero ojalá solo fueran los recuerdos de su piel. Su risa, sus susurros y sus poemas también estallaban contra su cerebro haciéndole cerrar los ojos y obligándole a encenderse otro cigarrillo.
La forma en la que se acercaba a su oido y decía "No te quiero" para que él la tumbara en la cama y la hiciera cosquillas, haciéndola confesar entre risotadas que había mentido.
Agachó la cabeza y cerró los ojos con fuerza, tratando de olvidarse de todo eso. Quería sacarlo de su cabeza para poder seguir andando con la seguridad de que no le fallarían las piernas. Pero eso solo lo empeoraba todo; la imagen de ella fumando a su lado, echando el humo por la boca con pequeñas y perfectas volutas. Sus manos, jugueteando con el pelo de él, enredándolo para volverlo a desenrredar.
-La gente no debería equivocarse nunca.- dijo para si. Entonces se levantó y se marchó lanzando la colilla a un charco.

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