Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

She lives in her world so unaware.

"I was fine just a guy living for my own..."
Otra vez. Como cada mañana, ya no me hacia falta mirar el reloj. Eran las diez en punto, como cada Sábado Sara había puesto "su canción" de Panic! at the disco. Era su modo de despertarme y de auto sacarse una sonrisa.
La voz de Brendon Urrie se colaba con fuerza por las paredes de mi habitación, el volumen no podría estar más alto y ella lo sabia. Estaba esperándome.
Así que, como cada sábado, me dirigí a su cuarto y ,terminando de desperezarme, me apoyé en el marco de la puerta y sonriendo miré a Sara;
-¿Se puede saber que haces, enana? -Sara, que saltaba en la cama cantando con énfasis la letra de aquel tema, dio un ultimo brinco para mirarme y se sentó en la cama clavando la mirada en mi.
-Salto- dijo encogiéndose de hombros- y no me llames enana. ¡Yo soy la gran Sara !
Sonreí muy a mi pesar, aunque Sara tenia ya 14 años era increíblemente infantil. Los escasos esfuerzos por hacerla madurar de mis padres y mi sobreprotección excesiva habían hecho de ella una niña que no sabia como crecer.
She lives in her world so unaware! -gritaba Sara. No sabia lo que estaba diciendo, el inglés no la gustaba nada. Pero lo cantaba como si ella misma hubiera hecho la letra. Ya había vuelto a saltar, quería tocar el techo. Me hizo sonreír ver que no llegaba. "Does she knows that my destiny lies with her" completé yo mentalmente observándola.
Cuando era pequeña siempre me decía que el día que tocara el techo se iría a trabajar con papá y mamá. Yo la abrazaba y la decía que ellos tenían demasiado trabajo. Y era verdad, ellos nunca estaban.
Por eso Sara me despertaba todos los sábados. Y ya me había acostumbrado.
Así que, me acerqué al reproductor y volví a poner "Sarah smiles" desde el principio para poder saltar con mi hermana hasta acabar arrastrados sin poder parar de reír.


Al final, la rutina de los sábados no es tan mala.

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