Se despertó y miró por la ventana con la misma expresión que la mañana anterior. Hoy también llovía a mares, el cielo estaba gris y el mundo se había callado para dejar espacio al sonido de la lluvia.
Parecía que todo estaba preparado para amoldarse a ella; el tiempo a su estado de humor y aquel vestido a sus caderas.
Y nada iba a cambiar, el espejo no le devolvería un reflejo más agradable, el tiempo no iluminaría su piso gris y el vestido no comenzaría a volar al rededor de sus piernas.
Hoy no sería ese día en el que la ventana se abriría de golpe para que ella pudiera alejarse del mundo y soñar con que mañana todo iba a cambiar.
Parecía que todo estaba preparado para amoldarse a ella; el tiempo a su estado de humor y aquel vestido a sus caderas.
Y nada iba a cambiar, el espejo no le devolvería un reflejo más agradable, el tiempo no iluminaría su piso gris y el vestido no comenzaría a volar al rededor de sus piernas.
Hoy no sería ese día en el que la ventana se abriría de golpe para que ella pudiera alejarse del mundo y soñar con que mañana todo iba a cambiar.
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