Llegará el momento en el que al monstruo se le caerán los colmillos y las garras, se vea desprovisto de armas y decida huir temiendo a todo lo demás. Tal vez entonces vuelva a ser normal, desaparecerán los ojos hinchados de maldad y miedo, dejará de atormentar a gente en sus sueños para martirizarse luego recordando sus gritos.
Y entonces volverá a dormir en paz.
Tal vez a aquella chica se le destiña el gorro quedándose todo en blanco y negro dejando de escribir. Quizás se le agoten las ganas de soñar y decida salir a ver que hay más allá de su ilimitada imaginación. Cuando llegue ese momento todo esto desaparecerá y por no quedar, no quedará ni como una prueba de que algún día soñó con reinos perdidos y trenes fantasmas.
Y en ese mismo momento tal vez la bohemia cuelgue el pincel y se baje de escena dejando a los demás el mundo que ella ya se atrevió a pisar. Puede que no tenga ningún motivo, ya se sabe que los bohemios no siempre tienen un motivo.
Y lo mismo pensaba la pequeña pelirroja que no paraba de danzar en un cuento de hadas. Ella tampoco tenía motivos.
¿Y la loca? Quizás recupere la cordura mientras nadie mira para convertirse en una persona decente y respetable a la que tratar de tú a tú en una conversación sobre política, literatura, ciencias...
Si eso pasa, entonces sabremos que la chica tripolar ha muerto.
Y todas esas almas cambiadas e irreconocibles guardarán un minuto de silencio y se mirarán las unas a las otras preguntándose quienes son y por qué detrás de lo que eran solo había un retrato de normalidad.
Todas iguales, todas en blanco y negro.
"Un alma compuesta de miles de pedazos es un alma fuerte, puedes destruir uno de ellos que siempre quedarán sueños encerrados en los trozos restantes"
No hay comentarios:
Publicar un comentario