Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

sábado, 13 de agosto de 2011

M&C

El lápiz rasgaba la hoja en blanco de su cuaderno dibujando al detalle aquella pequeña flor azul. Sus ojos la estudiaban al detalle de forma intermitente; la flor, el papel, la flor, el papel... No podía reflejar aquel azul tan intenso, pero si las preciosas formas que eran apreciables si se miraba bien.
Y todo lo demás se esfumó. Cuando dibujaba algo, las cosas que no iban a estar en su lienzo desaparecían sin más remedio. Supongo que por eso no me escuchó cuando llegué y me puse de rodillas detrás suyo para poder observarla con más detenimiento;
Sobre su espalda unos pocos  mechones de pelo negro como el carbón, que habían escapado del coletero que siempre llevaba en la muñeca para recogerse el pelo cuando quería que este no la estorbara, oscilaban ahora a causa del viento dejando entrever en su espalda ,encorvada hacia delante sobre el papel, dos manchas de nacimiento perfectamente situadas una junto a la otra. A penas podían distinguirse normalmente, pero yo ya sabía de sobra donde estaban. Sus hombros estaban tensados a causa de la concentración que para ella requería dibujar algo tan simple como una flor azul. Se percibía el leve movimiento que realizaba para mirar la flor y si estabas muy atento, como lo estaba yo, podías oír sus latidos que se acompasaban son su respiración y el rasgar del lápiz contra el lienzo. Eso me hizo sonreír, ella no sabía que yo la miraba. No era capaz de notar mi presencia, porque en ese momento tanto el mundo como yo nos habíamos apagado. Solo quedaba sitio para ella, la flor y el viento que las acariciaba a ambas. 
Yo no podía tocarla, si la hubiera hablado mis palabras no la hubieran rozado. Además no me hubiera gustado molestarla, cuando entraba en su mundo se la veía feliz. Por lo menos lo suficientemente feliz como para prescindir de mi compañía.
Pensando esto me levanté y la volví a mirar. Saqué de mi chaqueta un papel y un bolígrafo y escribí "Bienvenida de nuevo al mundo". Dejé el papel al lado de ella sabiendo que cuando terminara de dibujar apoyaría ahí la mano que solía mantener sobre su cuello, para mirar el cielo. Entonces chocaría de golpe con  con el papel y al reconocer mi desordenada caligrafía sonreiría.
Para algo nos conocíamos bien y nos entendíamos. Por eso pasar los segundos con Maddie eran algo que me permitía saber de ella todo lo que la gente solo alcanzaba a presuponer.

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