Al fin tengo las cosas claras. Hoy me he mirado en el espejo y me he dicho a mi misma que ya basta, hoy me he dicho a mi misma que quiero ser libre. Que me he cansado de toda esta historia, de la pena, de esperar.
Me he mirado al espejo y me he descubierto con los ojos rojos y llorosos y unas profundas ojeras. La piel terriblemente pálida, un punzante dolor en el pecho y los labios secos, agrietados y sin color.
Podría haberme echado a llorar, haberme dejado caer sobre el lavabo. Podría haberme derrumbado ahí mismo y haberle dado la razón al mundo. Pero he sonreído, me he levantado y he decidido que iba a comerme el mundo.
No más lágrimas, no más "te quiero" sin sentido, no más miedo, no más pensar y reflexionar todos mis pasos. Voy a dejarme caer, voy a dejarme llevar porque ya no me pueden romper. Porque ahora soy mucho más fuerte de lo que creía y no pueden hacerme daño alguno.
Soy como el fuego y mis ganas de vivir son demasiado ardientes como para seguir ignorándolas. Y cuando vuelva a mirarme al espejo, espero ver a la persona que soy realmente, con los ojos brillando intensamente y una enorme e imborrable sonrisa.
Voy a salir y voy a gritar, voy a reís y voy a fumarme toda esta historia hasta que no quede nada. Quiero estar bien y no depender de nadie nunca más.
Porque soy libre, cada pequeña parte de mi vuela por encima de las nubes, se deshace y vuelve a rehacerse en medio de la noche. Vuelvo a dormir por el placer de soñar y sueño con otros mundos.
Las palabras me hacen libre, los actos me hacen libre, mis sueños me hacen libre, las música, los besos, el silencio, el bullicio y vuestras sonrisas también me hacen libre.
Pero sobre todo yo misma me hago libre.
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