"No nos queda tiempo, lo hemos malgastado todo. Y ahora nos miramos los unos a los otros, tratando de encontrar algún rastro de miedo o de duda. Pero somos demasiado orgullosos como para dudar ni un segundo..."
-¿Usted como se llama?- Una niña pequeña tiró de la pernera de un caballero bien vestido. En medio de toda la gente que se miraba preguntándose que iba a ser de ellos sin el
tiempo, aquel hombre miraba su reloj distraído pues, el tren que tenía que cojer, llegaba tarde.
-Mocosa,- dijo dibujando una mueca despectiva en su cara.- suelta mi pantalón de inmediato. Es muy descarado por tu parte tomarte tantas libertades agarrando mi pantalón sin tan si quiera conocerme. Además, tengo prisa.
La gente de al rededor se giró en direción a aquel distinguido caballero. Con los ojos abiertos como platos, algunos incluso con la boca desencajada en una mueca de incredulidad, observaban a aquel hombre por haber dicho que tenía prisa.
-¿Tarde?- apartando a las masas de gente que observaban atónitos a ese hombre, una mujer se hizo paso. Su aspecto daba a entender casi a la perfección que era de una clase totalmente opuesta a la del caballero. Pero no era de extrañar, tiempo había habido siempre para todos.- ¿De veras acaba usted de decir que llega tarde? ¿¡Que tiene prisa!?
-Si, si, si. Creo que esos han sido los términos que he usado, ¿A qué viene este escándalo? Están todos esperando en una estación de tren, supongo, que a un tren que se está retrasando.-Empezaba a enfadarse, creía que aquella gente trataba de tomarle el pelo.
-Pero es que, señor, ya hemos gastado todo el tiempo.- la niña pequeña miraba atentamente al caballero.- Los trenes se han parado, señor, ya no vendrán más. Pero no solo eso; los pájaros, los ríos, los autocares y hasta el viento está estático en todas partes.
Somos el último pueblo y a duras penas nos quedan unos pocos segundos. Estábamos observando el avance del sin-tiempo.
¿Hablaban realmente en serio? ¿Como podía ser cierto eso de que el tiempo había desaparecido?
El caballero se acercó al borde del andén y, quitándose el sombrero, miró al horizonte observando atónito como los pájaros de apenas unas millas más adelante se paraban y caían al vacío, los árboles se secaban de un modo casi instantáneo y el cielo se tornaba gris, a pesar de no haber ni una sola nube.
El sombrero calló de sus manos quedándose parado en el aire, oscilando antes sus ojos.
Y entonces todo se paró.
"...tanto, que ahora el tiempo se ha ido enfadado, ha decidido marcharse poco a poco y ahora la Tierra ya no gira. No hay respiraciones, no hay movimientos porque no hay tiempo..."
Una nota enganchada en la mano de la niña quería caer. Pero no podía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario