Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Me faltarán palabras para decirte lo mucho que te quiero.

La encontró apoyada en la ventana, chasqueando la lengua molesta y tocó su hombro, ofreciéndola una cálida sonrisa tratando de reconfortarla. Estaba triste, él lo sabía, y cansada, lo notaba en la posición caída de sus hombros, y sus ojos pedían a gritos un abrazo que ella solo era capaz de callar.
Con una mirada interrogante, la dejó saber todo lo que no hacía falta decir.
-Encuentro la paz en la lluvia, por eso estoy molesta. Hace meses que no llueve.
-Tú siempre has dicho que llorar es como llover.
-Pero yo no estoy llorando.
-Que no haya lágrimas en tus ojos, no quiere decir que no estés llorando por dentro. Que sonrías no significa que estés feliz y que me mires así no quiere decir que estés enfadada, solo que sabes que tengo razón.
La mirada de ella se le clavaba con fuerza en la retina suplicando un respiro, pero sus labios fruncidos querían decir que estaba enfadada. Pero ambos sabían que ella no podía enfadarse, no cuando él la miraba a los ojos con esa sonrisa y esas maneras le hacía imposible enfadarse. Por eso rodó los ojos y con un suspiro desvió la mirada apoyando la cabeza en la ventana y observando un día perfectamente soleado que la repugnaba en ese instante.
-Facilitaría las cosas que me dijeras lo que te pasa. Sé que voy a tener que sacártelo a trompicones y que es bastante probable que tenga que abrazarte hasta que llores y llorarás y llorarás hasta calmarte y poder hablar. Pero, ¿sabes? voy a quedarme contigo, en cada sollozo y en cada lamento. Y te quejarás por haberme manchado la camiseta, pero a mi no va a importarme. Y te molestará haber llorado y que yo lo haya visto, pero te abrazaré más fuerte y te besaré la frente hasta que dejes de llorarte.
Con suavidad, se giró para mirarle y de pronto se sintió aplastantemente pequeña. Y empezó a llover. A fuera había un sol brillante, pero la lluvia tormentosa que él había visto dentro de sus ojos comenzó a salir, a dejarse ver y ella se dejó caer apoyándose sobre él que la recibió con los brazos abiertos y las manos preparadas para acariciar su pelo. 
Como una promesa silenciosa que se cumplía con cada pequeño gesto, él estaba ahí una vez más. Como un claro de cielo en mitad del cielo gris, secaba sus lágrimas mirándola y dándola suaves besos, pequeños gestos de cariño de esos que te sacan de todo lo malo, de esos que son necesarios. 
Y se abrazó a él hasta no poder más. Hasta para de llorar y dejarse impregnar solo por su contacto, hasta volver a sonreír, hasta volver a olvidarse de todas esas cosas que la hacían sentirse a morir. Solo porque él había decidido aparecer cuando le hacía falta su presencia, solo porque le necesitaba y no le había importado estar ahí para hacerla sonreír.


Sabes lo mucho que me cuesta hablar mirando a los ojos y sabes de sobra que no tengo maneras ni palabras para darte las gracias por aparecer siempre cuando más falta me haces.
Y, aunque no te lo pueda decir con palabras, siempre puedo intentar escribir de alguna manera lo que pasa por mi cabeza. Te quiero.
G.

No hay comentarios:

Publicar un comentario