Y me ha pasado a mi, a ti y a todos. Te sientas delante del teclado y lo acaricias con suvidad esperando que en algún momento la inspiración te pegue en la frente y ¡BAM! se te ocurra que escribir. Pero uno debe admitir su derrota. Si no quieres escribir, si no te sale, si no puedes, déjalo estar. La inspiración llega sola no se puede forzar.
Así que, lo siento por los meses que pasé escribiendo poco y mal. Pero si no escribo no es porque no quiera, es porque no puedo. Porque ha pasado o está pasando algo que no me deja la cabeza lo suficientemente libre como para contaros algo, lo que sea.
Y si estoy cansada, no podeís obligarme a nada. Y si no estoy inspirada tampoco. Y si simplemente no quiero, menos todavía.
G.
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