Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

sábado, 11 de febrero de 2012

Let it snow.

-Cerrar los ojos, tomar aire y gritar hasta soltarlo todo. Esas son las normas del juego.
-La verdad, no me parece nada divertido.
Miraba hacia adelante, con la vista perdida en los copos de nieve que caían movidos levemente por la brisa. Hacía un frío increible. Ella intantaba resguardarse entre las lanas de su bufanda y, aún así, tenía los labios amoratados y las mejillas sonrojadas a causa de la temperatura. Resoplaba de vez en cuando y a veces me miraba. Pero muy pocas. La nieve era más atractiva que yo para ella.
-No he dicho que tuviera que ser divertido. Solo creo que te hace falta.
-Un juego no es un juego si no es divertido.
Hacía ya unos días que la veía distraida. Más de lo normal, como gris, trsite, callada.
Los días como ese, en los que la nieve cubría las calles de blanco e inundaba el aire de silencio, subíamos juntos a la terraza del bloque de pisos y nos sentábamos en la barandilla de piedra. Dejábamos los pies colgando y alzábamos la cabeza con los ojos cerrados, dejando que la nieve chocara contra nuestra cara.
Ella solía reir y decir que estábamos dentro de una inmensa bola de cristal y que a algún niño le había apetecido agitarla. Entonces yo pasaba el brazo por encima suya y la abrazaba, para que no tuviera frío.
Esta vez no, no me había dejado acercarme.
-Es que no vas a divertirte hasta que no dejes de estar mal.
-Odio que presupongas que estoy mal.
Así. Tan simple como eso. Palabras que hacen que la temperatura descienda unos pocos grados. Ella cerró los ojos, los copos de nieve se enredaban en su pelo y en sus pestañas. Se quedaban atrapados entre su cuello y su bufanda, acariciaban las puntas de sus dedos y hacían que su piel palideciera de frío.
Creo que quería llorar, es más, creo que si no lloraba era solo porque sabía que las lágrimas se congelarían en sus mejillas.
Me quité la chaqueta y se la puse por encima de los hombros. Ella me miró y se revolvió enfadada, pero por poco tiempo. Hasta que el calor de mi abrigo comenzó a hacer efecto. Entonces se apoyó en mi y soltó el aire por la boca para ver el frío, como ella solía decir.
-Entonces, simplemente cierro los ojos, tomo aire y grito hasta soltarlo todo ¿no?
-Exactamente eso.- Pasé mi brazo sobre su hombro y la pegué a mi con fuerza.
-¿Y si me escucha la gente?
Entonces tomé aire y grité. Grité hasta vaciarme de todo, hasta dejarme la garganta en ello. Y cuando mi grito ya se había acabado comenzó el suyo. Rompiendo la paz de la nieve, rompiendo el silencio de la calle, rompiendo con todo, rompiendo...
Rompiendo a llorar.

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