Cuando te conocí me pareciste un tipo bastante raro, tu manera de ser, de expresarte y de amar a los demás me parecía increíblemente curiosa. Pero me gustabas, tenías ese encanto que solo ciertas personas poseen. Nunca te dije nada al respecto, no te quise hacer saber lo mucho que me dolían tus historias de amor, porque no sabía por qué me dolían. Solo era una sensación desagradable el ayudarte a arreglar las cosas con otras chicas. Pero me importabas lo suficiente como para hacerlo y no pedirte nada a cambio. Y un día desapareciste.
No te voy a mentir, no te recordaba. No pensaba en ti demasiado, alguna vez te dejabas caer por mi mente cuando me daba por ver el vídeo del ciego y la actriz, pero nada más.
Y de la misma manera que desapareciste, de golpe y de frente, sin avisar, volviste a aparecer. Pero esta vez todo era distinto, ya no eras el mismo. Parecías más feliz y solo tenías otro nombre y algo más de edad.
Volviste a clavarte en mi mente, volviste a ser uno más de esos factores importantes. Hasta que llegó el día en el que se te ocurrió la valiente idea de decir "Te quiero". Y yo también te quería, te quería muchísimo, pero tuviste que complicarlo todo. No podíamos estar juntos, cerca, de un modo físico, pero tampoco eramos capaces de estar el uno sin el otro. O al menos yo no podía, pero tú si. Volviste a hacerlo; cuando más te necesitaba, te desvaneciste dejándome la promesa de que volverías. Nada más. Una promesa que no cumpliste a tiempo.
¿Sabes lo sola que estuve? ¿Te puedes imaginar por un instante la de cosas que dejé pasar por ti? ¿Las personas que lo pasaron mal porque tú me prometiste que volverías? No creo que puedas ni si quiera llegar a rozar lo que pasó por mi cabeza cada día que pasaba recordándome a mi misma tus promesas.
No creo que lo veas como yo, no creo que puedas comprender lo que es aferrarte a un sueño por encima de las realidades de los demás. Porque tú ya no sueñas.
Y el resto es historia. Me llegaste a volver loca con tus idas y venidas. Cada aparición más inoportuna que la anterior. Cada palabra se me antojaba más arrogante y estúpida, más vacía e inútil.
Quiero que entiendas por qué te escribo esto, por qué lo pongo aquí y no te lo escribo directamente a ti.
Hay tantas cosas que quiero decirte, tantas que van a perderse en mi memoria como harás tú. Han sido tantas las esperanzas que puse en ti y tantas las decepciones que me he llevado que ahora solo cabe esperar que me permitas hacerte desaparecer de mi mente, es mi momento de hablar de ti en pasado y no como un futuro. Lo siento, pero lo estropeaste todo y yo ahora soy feliz sin ti. Tengo alguien capaz de quererme sin los límites que tú imponías. Alguien que me quiere y me quiere bien. Con hechos, sin necesidad de palabras.
Pero necesito que entiendas mis por qués. Sabes mejor que nadie que nunca pongo nombres en las cosas que escribo, que siempre lo dejo caer, lo doy a entender. Pero voy a deshacerme de ti y esto será lo último que te deje. Y debes entenderlo.
Tómate esto como lo que es, como una despedida.
G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario