Hay veces en las que escribo por escribir. Para que sepáis que aún estoy viva, que pienso, existo y respiro. La necesidad humana de atención, calor, cariño. La necesidad de ser atendido por vicio, no por necesidad.
Pero hay veces en las que escribo llevada por el deseo de ser leida. La excitación en lo dedos, en el alma. Los pulmones llenos de ideas respiradas, casi esnifadas. Noches de luna llena, cuando me cantan los pensamientos golpeando de lleno mi cerebro, cada pliegue y recoveco de mi contraida cabeza. Teclas de piano retumbando en mis oidos de forma electroviral; ella cantaba en una terraza de parís y yo la escucho en un cuartucho del corazón de la sierra de Madrid. Así de fácil, un clic y recommeçon.
Y sé que se nota, que sabéis cuando es ahogo y cuando desahogo. Necesidad y vicio. Lo sé. Porque yo también lo noto y me asusta.
Se entiende, ¿no?
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