Los ojos vidriosos y la imposibilidad en el pecho. Siente remordimientos, se culpa.
Ya es su quinto cigarro y echa el humo con cierto deje de asco en la boca. Fuma por fumar preguntándose qué ha hecho mal, está decepcionado conmigo. Piensa que si hubiera estado más encima de mi, más pendiente y menos permisivo esto se hubiera evitado. Pero ambos sabemos que no puede cortarme las alas, no puede obligarme a estar en casa. Y le duele. Y a mi no me había dolido hasta ver que le he arrancado el sueño posiblemente a la única persona a la que esto le importa de verdad. Tengo las entrañas revueltas y este es mi tercer cigarrillo ya. Pero este es mi precio.
El suyo es irse a andar preguntándose una y otra vez el por qué de mi caida, ¿hasta qué punto puede echarse la culpa de mis fallos? Me obceco en el teatro y en la guitarra para evitarme pensar que es verdad, que estoy echando a suertes mi futuro. Y ahora solo siento una profunda impotencia, porque empatizo con él y con la impotencia que le genera ver como pierdo el tiempo tirando por tierra una oportunidad única que no todos tienen. Ahora los dos nos sentimos mal y ninguno sabe qué decir. Me espera el silencio más gélido.
"Ahora no tienes excusas, se supone que esto te gusta."
Ojalá tuviera una buena excusa para darte, una que nos convenciera a ti y a mi de que esto tiene una razón real que no sea lo putamente vaga que soy. Pero no la hay y esto nos duele, nos marca la espalda y las manos como si fuera un hierro candente dejando las palabras "vergüenza", "decepción" y "culpa" marcadas en nuestra piel. Y me encantaría pedirte cuartelillo "es un instituto nuevo, en bachillerato y no estaba preparada, lo siento" creéme, que lo siento. Que quiero que salga bien y que voy a encaminar las cosas. Que te quiero y que me mata por dentro ver como cargas en tu espalda con ese pedazo de mi que nadie quiere.
Pero te prometo, que a pesar de todo puedo con esto. Puedo con esto y con más. Y quiero que lo veas y que beses mi frente sonriendo y pensando que lo has hecho bien, que lo he hecho bien, que estás orgulloso de mi. Que ya no soy torpe, que soy mayor. Que toco la guitarra porque todo está en su sitio y que algún día irás al cine con tus nietos a verme. Y llorarás de la emoción por verme salir adelante.
Porque tienes razón, porque es lo que tú dices y esto es solo para mi y tú lo único que puedes hacer es disfrutar de mis éxitos y llorar con mis fracasos. Pero no culparte, no, eso no. Por favor.
Que esto es una promesa y te prometo que no volverás a sentirte mal nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario