Behind.

Un trozo de espejo, un vaso con agua, una canica que no sabe girar, unos gritos envasados al vacío que nadie quiso nunca escuchar, una mirada en una cámara de fotografía, una gran bola de cristal que refleja el cielo, un arcoiris pintado en un trozo de servilleta, dos palabras escritas con rotulador en el marco de una puerta, un nombre, una sonrisa, una canción, siete frases de siete palabras, miles de listas de cosas que nadie entiende;
papel y un bolígrafo.

viernes, 5 de octubre de 2012

I'll stop the whole world.

Deja de ser y empieza a sentir. Olvídate de la realidad y fluye.
La ciudad está ardiendo a tu alrededor y no puedes quedarte ahí parado, mirando cómo todo se quiebra y se vuelve cenizas. El mundo que conocías, que amabas como tuyo, ya no existe. Ahora solo quedan los restos despedazados de una sociedad consumida y consumista. La gente se retuerce y grita, se arrepiente de sus pecados porque cree que esto se trata del apocalipsis y no. Esto es el premio más merecido del mundo; el premio a la vanidad y a la crueldad humana. Saquean comercios, follan, fuman y beben. Roban y se esconden como ratas. Las llamas crecen y tú, desde la parte más alta lo observas todo; tus ojos de hielo se han quedado con el mundo en la retina, te sientes deshacer. Eres demasiado puro como para entender lo que está pasando. Y gritas; pero el mundo no te escucha. Y chillas; pero el mundo está ocupado en pudrirse.

"Parad, por favor ¡parad!"

¿Por qué nadie te escucha? ¿Por qué todos te están ignorando? ¿A caso no te ven? ¿A caso no lo sienten? Quieres llorar y escupirles, quieres tantas cosas que te sientes morir. Y desde el segundo en el que empezó a arder la ciudad sabes que son estúpidos, pero tú te sientes igual de idiota solo por estar ahí arriba mirando y no ahí abajo gritando. Alguien debería haberte visto ya, no puedes ser tan insignificante.
Suena un grito, se descorcha una botella y un mechero chasquea iluminando algún oscuro callejón de esta infernal ciudad. La humanidad entera se tambalea un segundo, pero nadie nota nada bajo sus pies. Hay marcas de miedo por todas partes y gritos de fuego que ya no pueden acallarse, Todo parece perfectamente normal, todos parecen terriblemente cómodos. Todos menos tú, allí en tu azotea chasquea tu mechero y se prende tu cigarro de la risa. Cada calada un pensamiento, cada exhalo una ilusión escapada y al final se consumen tus sueños y desaparece la colilla rotando entre tus dedos. 
Quieres seguirla y ver quien toca antes el pavimento, pero te da asco la ciudad y prefieres buscar otra manera mejor de morir.
Al final te has bajado de la azotea y has encontrado tu respuesta. Sobredosis.

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