Tengo las manos heladas y el frío se traspasa a los huecos que deja mi alma, que hoy se parte en rodajas. Mi almohada parece inmensa y aún así no queda espacio para todos los silencios que me obligo a soportar. Quizás en otro lugar, quizás en otro momento, podría hacerte entender las cosas que ahora no puedo. Quisiera hacerte ver los infinitos universos que ahora me estoy perdiendo por fingir conformidad, que a veces parece que solo importan todos los cúmulos ajenos y me ahoga un poco por dentro el saber que da totalmente igual cuanto lo intente, hoy no seré yo otra vez.
¿Cómo hacernos entender "que toda la vida es sueño" que todo esto es solo un cuento, vacío, hueco y me pierdo en los espacios que se quedan entre tus dedos que rascando una guitarra que agobia, que pierde y que gana, que gira en las paredes de esta habitación, respira el corazón con la amarga sensación de que la vida se vive llorando, pero esta tarde no. Hoy no.
Y sé que una sola palabra, sin importar si es buena o mala, podría deshacerme y dejarme en un rincón tirada y abandonada o quizás más animada, con el latido desbocado que se apodera de la razón. No quisiera entrometerme, ni quisiera criticar la manera de vivir que han adoptado los demás pero si puedo decir, al menos desde mi opinión, que no me siento como una más del montón. No es un acto de ego, es solo una idea de esas que a veces tengo y quiero que se vea así. Como algo sencillo y pequeño, que se excede en lo modesto de dar una opinión y que esta sea escuchada.
Ruedan por mi cama decenas de pensamientos, escapan por mi ventana y solo quedo yo; encogida en una esquina y más sola que perdida, pero a veces la soledad es la que alimenta la confusión. De eso somos consciente, tremenda y absurdamente conscientes. Eso nos duele, saber que nosotros mismos nos ponemos la soga, la pistola apuntando a la frente. Gritas, pides auxilio, pero en esta inmensa calle no queda gente. Solo quedan "amigos" jugando a desconocerse, a evitarse, a evadirse y a esconderse, no se permite preocuparse, ni querer entenderse. En esta calle no queda gente, solo despojos de huellas dactilares en el costado y no son necesarios en ese preciso instante.
Estoy embotellada en cristal, microclima irrelevante que mantiene mi aire como desde el instante en el que ese alguien me echó de menos por primera vez. Contacto, contacto, contacto. Locura de besos con sabor a vodka barato e ilegalidades de lo más variopintas. Puede que sea eso lo que echo de menos, el contacto. Puede que me falte un poco de eso, ahora no lo tengo, me siento un poco vacía. Pero no tan vacía como cuando me regalaban unas caricias fingidas e interesadas más por pasar el rato que por ser complaciente. Voy a acercarme a esa ventana a gritar y voy a derramar mi mal Karma.
Es todo tan tóxico, que atrae, que asusta, que engancha. Es una droga descolorida en unos dedos incapaces de sostener esta historia.
Solo es una respiración más que alterada que se cruza como el aire en unos acordes mal grabados, pero que ensordecen mi ánima.
Hola chica del gorro azul... te leo...
ResponderEliminarQue andes muy bien.
"pero en esta inmensa calle no queda gente. Solo quedan "amigos" jugando a desconocerse, a evitarse, a evadirse y a esconderse, no se permite preocuparse, ni querer entenderse"...
"Amigos" defectuosos que son engaños que plasma mi cabeza en palabras.
ResponderEliminarGracias por seguir leyendo mis idioteces.